UN CAMINO EN EL DESIERTO
Serie: “Gloria en Lugar de Ceniza” Parte II
George
H. Warnock
Contenidos
Introducción
Diagrama de la Ruta
Aproximada de los Hijos de Israel
Capítulo 1 – El Desierto del
Mar Rojo, “Rodeados”
Capítulo 2 – El Desierto de
Shur, “Amargo y Dulce”
Capítulo 3 – El Desierto de
Sin, “Pan del cielo”
Capítulo 4 – El Desierto del
Sinaí. “Sed pues, Santos, porque YO SOY Santo”
Capítulo 5 – El Desierto de
Parán – “La purga de nuestros deseos”
Capítulo 6 – El Desierto de
Zin – “Tragedia y Triunfo”
Capítulo 7 – Los Conflictos
de la Nueva Generación
Capítulo 8 – La Canaán
Celestial
Primera Impresión: Junio
1986
Segunda Impresión: Octubre
1987
Tercer Impresión: Agosto
1992 (USA)
INTRODUCCIÓN
En este libro queremos explorar las áreas del desierto por las que tuvieron que pasar los hijos de Israel al salir de la tierra de Egipto y llegar hasta la tierra de Canaán, la tierra de la Promesa, la tierra del Fruto. Por supuesto, nuestro propósito es descubrir el Camino del Señor para nosotros; porque lo que les sucedió a ellos, aunque fue muy literal y natural, fue solo un cuadro o sombra de nuestro caminar con el Señor cuando nosotros buscamos apartarnos de la vieja vida de pecado y atadura, para entrar en un caminar fructífero con el Señor. En todo el camino por el que anduvieron, y en todas las experiencias que tuvieron que soportar bajo la dirección del Señor, estaban representando un patrón de conducta del que quedaría constancia en la Escritura, como ejemplo y tipo del pueblo de Dios hoy. No que nosotros hayamos de seguir su ejemplo, sino aprender de ello. Está claro que ellos fallaron al Señor estrepitosamente de muchas, muchas maneras, de forma que la primera generación del pueblo redimido, no entró en la Tierra de la Promesa. Sin embargo, Dios estaba dando mediante la conducta de ellos en el desierto, un cuadro para nosotros hoy día, para que pudiéramos aprender de sus errores.
“Más estas cosas
sucedieron como ejemplos para nosotros, PARA QUE NO codiciemos cosas
malas, como ellos codiciaron” (1ª Cor.10:6). Y el apóstol sigue extendiéndose
en este tema, al describir las muchas calamidades que vinieron sobre el pueblo
de Dios por causa de su idolatría, su inmoralidad, su tentación de Cristo, y su
mucha murmuración. Después nos dice que todas estas cosas les sucedieron como
advertencia y exhortación a nosotros, para que NO caigamos en las mismas cosas trágicas
que ellos. Así, su viaje por el desierto no pretendió ser un patrón que tú y yo
hayamos de seguir, sino una advertencia al pueblo de Dios de los peligros que
acompañan la vida del desierto, y la provisión de Dios al hacernos un pueblo
vencedor. Hemos de aprender de sus experiencias y de esta forma, evitar cometer
los mismos errores que ellos cometieron.
Pero somos lentos para aprender de los errores de otros. La
naturaleza humana es simplemente de esa forma. Normalmente tenemos que aprender
por el camino difícil. Pero al hacerlo, es bueno que podamos mirar a las
Escrituras y al episodio del desierto, y descubrir la fidelidad de Dios en y a
través de todo ello, y Su patrón de liberación para un pueblo en error.
Porque nosotros también estamos de viaje. Es bueno que
podamos reconocer eso. No hemos sido redimidos sólo para cruzar el Mar Rojo y
cantar el cántico de victoria de la liberación de la esclavitud del Faraón.
Este es solo el primer paso. Es el comienzo de un viaje, UN VIAJE ESPIRITUAL, a
través de las tierras baldías de nuestra vieja naturaleza carnal, y hacia la
fertilidad de la vida de Canaán en el Espíritu.
De esta forma recordaba Moisés al pueblo: “Y nos sacó de
allá para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres.” (Deut. 6:23).
Así, el desierto se convierte en un lugar de PREPARACIÓN y
un lugar de TRANSICIÓN, al renunciar a la vieja vida de la atadura carnal para
entrar en el reino de nuestra herencia espiritual. El Señor nunca pretendió que
alargásemos todos nuestros días de cautiverio bajo la naturaleza salvaje e
indómita de la vieja vida. Pero en cada lugar de reposo que Dios ordenó en este
viaje desde Egipto hasta Canaán, hemos de aprender mas y mas de Él, y dejar que
Él haga de nuestra naturaleza de desierto, un jardín para sembrar y plantar la
buena semilla de la Palabra de Dios, con el fin de que Él mismo pueda ser
glorificado en el fruto del Espíritu que Él desea producir en nuestras vidas.
Por tanto, aprendamos a ver este viaje bajo esta luz. Así,
comprenderemos y apreciaremos la gracia de Dios que nos lleva paso a paso a
través del enredado laberinto de la vida. NOSOTROS MISMOS SOMOS ESE DESIERTO.
Nuestras propias vidas naturales de carne son las áreas salvajes e indómitas
con las que Dios está tratando. Cuando reconozcamos esto, que podamos hallar
gracia para dejar de culpar a Dios y de murmurar contra Él cuando entremos en
circunstancias desagradables y de ansiedad. ¿Por qué me haces esto, Señor? Es para disciplinarme y para Su gloria, que
Él lo hace. Yo lo necesitaba, o de otro modo, El no lo habría permitido. Bajo esa circunstancia gravosa que Dios
permitió, Él estaba meramente revelando la naturaleza salvaje e indómita que
había en mi vieja vida, con el propósito de tratar con ello y producir los
atributos de su propio corazón. Y la murmuración y la queja que manifestamos
simplemente revela lo profundamente enraizada que está la vieja vida, y lo
lento que somos en reconocerlo.
Con otras palabras, Dios pretende que cada situación en la
que Él nos introduzca, nos sirva como una herramienta de esculpir, como un
cincel, un fuego purificador que nos cambiará, nos transformará y consumirá los
deseos carnales que están estorbando el fluir de la vida de Cristo a través de
nosotros, y retardando nuestro crecimiento en el Espíritu.
En el recorrido de los hijos de Israel había varias zonas de
desierto por las que tenían que pasar, en cada una de las cuales, Dios tenía en
mente algo muy específico, al buscar la preparación de sus corazones para la
herencia que había delante ellos. Dios tiene que tener un PUEBLO PREPARADO para
ese LUGAR PREPARADO. Él no nos lanza sin pensar en medio de circunstancias
desagradables para hostigarnos y atormentarnos. Lo hace para PREPARARNOS para
la vida de victoria y de fertilidad en el ámbito del Espíritu. En realidad, lo
que nos produce gran desolación y conflicto en el corazón y en la mente, es
nuestra reacción al trato de Dios con nosotros. Qué gozo y seguridad produciría
en nosotros si pudiéramos reconocer que en cada experiencia devastadora de la vida, Dios está simplemente preparando
nuestros corazones para grandes conquistas y frutos en los días que hay ante
nosotros, en la heredad de Canáan. Y si estamos preparados para reconocer
verdaderamente este principio que obra milagros en nuestras vidas,
descubriremos lo que Dios quiso decir cuando afirmó que “Voy pues a preparar lugar de reposo para vosotros.”
Siguiente: Mapa del Viaje del Desierto
Capítulo 1 – El Desierto del Mar Rojo
CAPÍTULO 1 – EL
DESIERTO DEL MAR ROJO
“Rodeados” – Una vuelta muy larga
“Y luego que Faraón dejó
ir al pueblo, Dios no los llevó por la tierra de los filisteos, que estaba
cerca; porque dijo Dios: para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la
guerra, y se vuelva a Egipto. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino
del desierto del Mar Rojo.” Éxodo 13:17-18
El día de hoy es un día de cosas “rápidas”, comida rápida,
trenes de alta velocidad, coches rápidos, aviones rápidos, placeres rápidos,
comunicaciones rápidas. Pero el camino de Dios hacia la vida del Espíritu sigue
siendo una vuelta muy larga. Muchos no piensan así, y hay muchos en la Iglesia
que ridiculizan el pensamiento de tener que ejercer la “paciencia” para poder
ganar la carrera que hay delante de nosotros. “Corramos CON PACIENCIA..” puede sonar
un poco contradictorio al hombre en la carrera; pero para Dios, sigue siendo la
forma de ganar “la carrera que tenemos por delante.” (Heb. 12:1). La ruta
directa de Dios hacia la vida de Canaán es la ruta de la vuelta más larga.
Parece que existe un camino más corto, más directo, y muchos siguen explorando
esa ruta, solo para terminar revolcándose en el polvo. “Dios no los llevó por
el camino de la tierra de los filisteos,
que estaba cerca...” La palabra “Filisteo” procede de una palabra que significa
“dar vueltas en el polvo, revolcarse”. Y aunque es un camino muy transitado,
como lo fue en los días de Israel, y aunque parecía llevar por una ruta más
directa a la tierra de nuestra herencia, dejará al que transite por ella,
revolcándose en el polvo. ¿Por qué? Porque no hay nada en común entre el camino
de los filisteos y el camino de Dios. El espíritu filisteo es el espíritu del
mundo, del hombre natural, que no conoce nada del Espíritu de Dios. Pero porque
es un camino muy transitado y porque parece llevar a través de la dirección
general de nuestra búsqueda de Dios, es engañoso a la mente natural. Es la
aproximación lógica a las cosas de Dios. Es la aproximación positiva y más
directa a las cosas espirituales. Pero nos deja revolcándonos en el polvo de la
vieja vida adámica, en lugar de volando en las alturas del Espíritu de Dios.
“No tienes por qué tomar ese largo camino, confuso e
inexplorado, hacia las cosas de Dios... Podemos mostrarte un camino más
simple... Podemos indicarte un atajo... Puedes conocer el gozo de Canaán
viviendo sin la inquietud de perderte en el desierto.” Este es el razonamiento
y el consejo de la mente natural.
Pero el hecho es que no escogimos el camino del desierto.
Simplemente escogimos ir por el camino de Dios. Es Él quien va primero—de día
como pilar de nube, y de noche como pilar de fuego—para dar dirección y luz en
el viaje. Es por la Luz de su Gloria que podemos hallarnos a nosotros mismos
enredados en el desierto. El nos lleva por ese camino para que pueda llevarse
toda la gloria y para que nuestros enemigos puedan ser consumidos en medio
mismo de nuestra perplejidad y desmayo. Sólo cuando nos encontramos
“atrapados”, sin un lugar a dónde ir, tendemos a acudir a Dios en búsqueda de
socorro. Por eso Él nos atrapa... para que podamos huir hacia Sus brazos. Dios sabe que el enemigo dirá:
“Encerrados están en la tierra, el
desierto los ha encerrado.” (Éxodo 14:3). De esta forma Dios pone una
trampa deliberada para el enemigo, al guiarnos a un lugar en el que no tenemos
otro recurso que Dios. Siempre que haya lugar en el corazón y en la mente del
hombre para calcular y planificar su propia liberación, Dios queda fuera del
cuadro. No le necesitamos realmente, o al menos así pensamos. Pero si somos
seguidores de la Nube, Dios nos llevará a áreas de extrema desesperación y
desesperanza, para que podamos probarle, que es el Dios que abre un camino
donde no lo hay, y un sendero en medio de las poderosas aguas...
“En el mar fue tu camino, y tus sendas en las muchas aguas; y tus pisadas no fueron xczconocidas” (Salmos 77:19)
“Jehová, el que abre camino en el mar; y senda en las aguas impetuosas.” (Isaías
43:16).
Pueblo de Dios, cuidado con los atajos. Hay muchos atajos
que nos ofrece este día y hora, atajos hacia la verdadera vida y progreso
espiritual, pero que no te llevarán allí. Puedes tratar de buscar un camino
fácil hacia el don y la bendición espiritual. Puedes aprender a obtener los
dones espirituales y a ponerlos en marcha de forma fácil, sin una entrega
total, sin esperar en Dios, pero tarde o temprano, se extinguirán. Puede que
pienses que has descubierto una cobertura segura y firme bajo la estructura de
alguna iglesia o institución, asegurándote a ti mismo que estás siendo librado
de las punzadas de tratar de encontrar tu propio camino en la vida enredada del
desierto. Al confiar en ciertos líderes, en ciertos apóstoles y profetas, en
una cierta “Orden del Nuevo Testamento”, piensas que eso sea un camino mucho
más seguro, mucho más fácil. Pero tarde o temprano descubrirás que el descanso
y la comodidad que buscabas en áreas resguardadas de esta naturaleza, no son
otra cosa que ataduras de sistemas Babilónicos; y descubrirás que eso es mucho
más inquietante y digno de temor, que el camino del Señor, del que buscaste
escapar por todos los medios. Cuando veas “las guerras de los filisteos”—la
lucha por el señorío, la lucha por el poder y la autoridad, y por un lugar de
preeminencia—vuestros corazones se desanimarán y os preguntaréis por qué razón escogisteis caminar en esa clase
de camino. Si examinásemos nuestros corazones, podríamos descubrir que lo que
estamos realmente buscando, es alguna clase de sistema religioso que nos
facilite las cosas a nosotros o a nuestros hijos. Queremos despojarnos de la
pesada carga asociada con la búsqueda de Dios por nosotros mismos, por medio de
una entrega completa a Él. Así, cuando alguien nos ofrece un lugar de reposo
bajo alguna clase de estructura que prometa dirección muy clara, somos muy
rápidos en cogerlo. Por supuesto que Dios quiere que tengamos comunión unos con
otros en Cristo; pero no hay comunión genuina a menos que “caminemos en la
Luz”. En nuestra búsqueda de Dios, no existe inmunidad a las pruebas, las
luchas, los exámenes de conciencia y perplejidades que siempre han sido la porción
de cualquier hombre o mujer que busque entrar en una relación vital, viviente,
con el Señor.
Los Huesos de José
“Tomó consigo Moisés los huesos de José, el cual había
juramentado a los hijos de Israel diciendo, Dios ciertamente os visitará, y haréis
subir mis huesos de aquí con vosotros.” (Éxodo 13:19).
A José ciertamente no debía importarle nada lo que hiciesen
con sus huesos. Esto no debía plantear ningún problema para el Dios de la vida
de resurrección a quién él servía mientras estuvo vivo. Pero en los huesos de
José, Dios daría a la generación aún por nacer, un testigo viviente de la
fidelidad del Dios que guarda el pacto.
En su vida, José fue un testimonio de la fidelidad de
Dios—un testimonio vivo de que la vuelta alrededor del desierto era la ruta
directa hacia la tierra de la fertilidad. Él había probado y manifestado al
pueblo de Dios que al obedecerle a Él y aferrarse a la Visión que Dios le había
dado, ésa en sí había sido la carretera directa de Dios hacia el Trono. Pero
José llevaba muerto unos 360 años, y la generación a quién José profetizó al
decir, “Dios ciertamente os visitará, y
haréis subir mis huesos de aquí con vosotros” (Gén. 50:25), esa misma
generación privilegiada de la que José había hablado, vivía ahora, y había
recibido el privilegio y la oportunidad de caminar en la visitación que Dios
había prometido. Él, que era un testimonio vivo de la fidelidad de Dios en su
vida, era ahora un testimonio de la
fidelidad de Dios en su muerte. Sus propios huesos dieron testimonio de la
fidelidad del Dios a quién había servido.
Por dondequiera que pasaran, el pueblo de Dios tenía un testimonio
“viviente” en la presencia de los huesos de José; porque José había profetizado
que este día de la visitación llegaría. Por dondequiera que atravesaran ese
grande y terrible desierto, José estaba ahí con ellos:
animando, confirmando, profetizando, declarando,...la fidelidad de Dios: “Dije
que esto iba a suceder... os dije que Dios sería fiel en libraros... Profeticé
que Dios os llevaría a una tierra fértil. No desmayéis ahora. Demostré mientras
vivía que en su momento, el Dios que daba la visión sería fiel en confirmarla.
Que el cansancio del camino, el calor y la sequía, los escorpiones y las
serpientes voraces de esta tierra desértica, no hagan que vuestros corazones
murmuren y se quejen. Fiel es el que prometió,
el cual también lo hará.”
¿No es extraño que podamos llevar con nosotros los huesos
del profeta muerto, y aún así no creer lo que el profeta dijo? ¿No es extraño
que podamos idolatrar a los escogidos de Dios del pasado, y que construyamos
sus sepulcros, y aún así, no prestemos atención a la Palabra que ellos hablaron
cuando vivían?
Una y otra vez seremos testigos de la incredulidad y del
fracaso del pueblo de Dios. Aún así, todo el tiempo preservaron cuidadosamente
los huesos de José, llevándolos de un campamento a otro... un recordatorio
persistente para ellos de la extrema fidelidad de Dios y de sus propios
corazones incrédulos.
El Bautismo en La Nube
“Y la columna de nube que iba delante de ellos, se apartó y se puso a sus espaldas”. (Éxodo 14:19)
Su enredo en el desierto les fue muy doloroso, pero Dios les
llevó por este camino para Su propia gloria. Uno de los testimonios más
gloriosos de todo el episodio del desierto, fue el testimonio de la fidelidad
de Dios precisamente en la hora de la infidelidad de Su pueblo. Sus corazones
fueron golpeados con el temor y la
incredulidad cuando se vieron enredados en el desierto, con las huestes
de Faraón tras ellos, y clamaron a Moisés: “¿No había sepulcros en Egipto, que
nos has sacado para que muramos en el desierto?” (Éxodo 14:11). Pero Dios sabía
lo que estaba haciendo. De repente, el pilar de la Nube que les había estado
guiando, se desplazó de delante de las huestes de Israel y se puso detrás,
pasando en medio de las huestes, y sumergiéndoles en la Nube de Gloria. El que
era su Guía, ahora era su Protector y su defensa en contra de sus
enemigos. Su gloria se convirtió en su
Luz en la oscuridad de la noche, y esa misma gloria se convirtió en OSCURIDAD y
NOCHE a los enemigos de Dios.
Necesitamos recordar estos principios, en este día en que el
temor se ha adueñado de los habitantes de la tierra... cuando todo a nuestro
alrededor es oscuridad y noche. Dios dijo que iba a ser así. Y además, Él
prometió que sería en esa precisa hora de oscuridad, que Su gloria brillaría
sobre Su pueblo:
“Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y
oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su
gloria. (Isaías 60:2)
Bautizados en la Nube de Su presencia y de Su gloria, el pueblo de Dios radiará la misma Luz de Dios. No sólo eso, sino que la Luz en la que moran y andan, les hará tener victoria sobre todos los poderes de oscuridad bajo los que se hallará hundido el mundo alrededor de ellos. ¿Por qué razón algunos piensan que habrá un escondite seguro en algún lugar del espacio? ¿Especialmente en esta era espacial? Nuestro lugar de refugio es Dios solamente, y Su gloria será nuestra defensa, y la única que necesitaremos:
“Y creará Jehová sobre la morada del Monte de Sión y sobre
los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche
resplandor de fuego que eche llamas, porque
sobre toda gloria habrá un dosel.” (Isaías 4:5).
El Cántico de Moisés
“Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová.”(Éxodo 15:1)
Era un cántico de victoria, un cántico que daba testimonio
de la fidelidad y la sabiduría de Dios, que les había guiado hacia enredos en
el desierto. Si pudiéramos reconocer esto, ...si pudiéramos saber...que Dios ha
ordenado un Cántico de victoria para cada enredo el desierto...¡Qué esperanza y
qué seguridad nos daría al pisar por el camino desconocido! Si pudiéramos
entender que cada enredo en nuestro caminar de fe, ha sido preparado por Dios
para derrotar a nuestros enemigos, ¡Que esperanza y aliento surgiría en
nuestros corazones!
Y cuando Dios pruebe Su fidelidad al tragar a nuestros
enemigos en el Mar Rojo, ¡Qué esperanza y confianza nos tendría que dar esto
para la fase siguiente de nuestra prueba y examen en el desierto! Porque
debemos estar convencidos que ésta no es sino la primera fase de nuestro viaje
espiritual hacia el corazón de Dios. Todavía quedan muchas más. Puede que
algunos pregunten, “¿Cuántas?”. Y la respuesta es: Tantas como sean necesarias
para que Dios domestique nuestra naturaleza salvaje, y are y cultive la tierra
de nuestros corazones. Tantas como Dios considere necesarias para cumplir la
profecía de Isaías en referencia a Su pueblo:
“Se alegrará el desierto y la soledad; el yermo se gozará y
florecerá como la rosa.” (Isaías 35:1).
Que nunca olvidemos esto, que el desierto que estamos
atravesando es un viaje espiritual rumbo al corazón de Dios; y es a través de
las áreas del desierto de nuestros propios corazones carnales, naturales, que
Dios nos está guiando hacia un REPOSO en el regazo de Dios. Entonces, ¿Cómo
podemos decir, ‘Señor, déjanos solos... ya hemos tenido bastante de desierto y
de desolación’, si todavía no conocemos el gozo del desierto, y la floración de
la rosa en nuestras vidas? ¿Queremos en realidad que Dios nos deje donde
estamos, redimidos de la esclavitud del pecado y del mundo, pero aún cautivos a
las ataduras de nuestras propias naturalezas carnales? ¿Y no es una gran
decepción para nosotros, cuando descubrimos que al abandonar el mundo y sus
ataduras, seguimos atados a nuestro propio yo, a nuestros propios corazones, a
nuestros propios caminos? ¡Que desvalidos y desprotegidos nos sentimos cuando,
habiendo conocido lo que es ser redimidos por la sangre del Cordero Pascual,
descubrimos que nos hallamos todavía languideciendo en áreas de cautividad al
yo, a la mente carnal, y a los caminos de la carne!
¡Y que maravilloso es cuando descubrimos que Dios ocultó
gran parte de esto a nosotros y nos permitió consolidar nuestra posición junto
al lado redimido del Mar Rojo, antes de comenzar a tratar con las áreas del
desierto en nuestras vidas!
De esta forma, el
Cántico de Moisés (y esto es algo que muy pocos parecen reconocer), nos
da esperanza y confianza en la fertilidad de la tierra de Canaán, incluso
cuando se regocija en el Dios que
destruyó a Faraón y a sus huestes:
“Tú los introducirás y los plantarás
En el Monte de tu heredad,
En el lugar de tu morada que Tú has preparado, oh Jehová
En el Santuario, oh Jehová, que Tus manos, oh Jehová, han afirmado”
(Éxodo 15:17)
Así es que debemos pasar por el Mar Rojo del Bautismo, como
lo indica Romanos 6, después por el desierto del conflicto de la “vida del Yo”
en Romanos 7, y HASTA la libertad gloriosa del monte de su heredad en Romanos
8. El lugar solitario de Romanos 7 abre el camino a la expresión conjunta y la
herencia en conjunto de Romanos 8. El “Yo”, “yo mismo”, y “mi” de Romanos 7,
mientras que el hombre renovado de Dios lucha contra la marea de sus propios
deseos carnales, se entrega y es absorbido en la victoria del pueblo de Dios en
quien Él habita en plenitud completa, en Su propio Santuario, Su propia
herencia. Ya no es más el desierto indócil de la lucha carnal egoísta; ahora es
la tierra fértil y cultivada del jardín propiedad de Dios—escardada, labrada,
ordenada y cuidada por el gran Padre de familia, para ser el Jardín y la
herencia de Su propio deleite y placer: “Por que la ley del espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que
era imposible para la ley por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de
pecado y a causa del pecado, condenó
al pecado en la carne, para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu.” (Rom. 8:2-4).
Y estoy convencido de que al llegar a este reino de plenitud
permanente en Cristo, ¡va a ser TAN FÁCIL, TAN SIMPLE, TAN NATURAL Y ESPONTÁNEO
PARA NOSOTROS CAMINAR EN EL ESPÍRITU Y MORAR EN SU PRESENCIA, COMO ERA EN DÍAS
PASADOS CAMINAR POR LOS ENREDOS DE NUESTRA VIDA DEL DESIERTO Y DE LAS ATADURA
DE LA CARNE!
¿Cuestionamos esto? Entonces estamos diciendo de hecho que
podemos producir en nuestra lucha carnal, más poder y más energía que el
Espíritu de Dios. Estamos confesando que la “ley del pecado y de la muerte”
tiene un poder mayor que la “ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.”
Capítulo 2 – El Desierto de Shur
CAPITULO 2 – EL
DESIERTO DE SHUR
“Dulce y Amargo”- Las
Aguas de Mara
“Y llegaron a Mara, y no pudieron beberlas aguas de Mara
porque eran amargas...” (Éxodo 15:23).
Después de cruzar el Mar Rojo, la Nube de Dios comenzó a
desplazarse en dirección al sur, junto al borde occidental de la Península del
Sinaí. Viajaron durante tres días en el desierto y no encontraron agua.
Siguieron adelante y de repente llegaron a un estanque de aguas. Pero sus
esperanzas se desvanecieron al agacharse a beber y descubrir que las aguas eran
“amargas”. En lugar de saciar su sed, las aguas amargas agravaron sus almas más
severamente que nunca. Una de las cosas más trágicas del viaje de Israel a
través del desierto, fue el hecho de que nunca parecían poder llegar a un lugar
de reconocimiento de la fidelidad de su Dios. Una vez y otra vez fueron
testigos de su fuerte poder, activo y liberador; pero nunca aprendieron Sus
caminos ni tuvieron la seguridad de Su siempre permanente fidelidad. Creo que
todos nos hemos inclinado a simpatizar con los hijos de Israel en todas sus pruebas, porque queremos
simpatizar con nosotros mismos. Después de todo, Dios era el que les estaba
guiando por este camino, como un cuadro y un ejemplo para nosotros. Pero
estemos seguros de esto: Dios no da a Sus escogidos aguas amargas para beber.
Entonces, ¿Por qué les envía hasta Mara, si no quiere darles a beber de sus
aguas? Dios lleva a su pueblo a Mara porque Él debe revelar la condición de
nuestro corazón si va a tratar con él. Y una de las primeras cosas que tenemos
que descubrir en este viaje es que por naturaleza, estamos llenos de
amargura... y eso es algo con lo que Dios quiere tratar. Él quiere que descubramos su forma de
arrancar de raíz la amargura que hay ahí. La palabra “Mara” significa
“amargura”; así, Dios nos lleva a Mara, a un lugar de descubrimientos. Nos
lleva a Mara para que podamos descubrir la amargura inherente de nuestra
naturaleza caída, y mostrarnos como tratar con ella.
Venimos a este mundo en un estado de amargura y crecemos en ese estado. Todo el tiempo, puede que no seamos conscientes del hecho de que la amargura, la envidia, la lucha, las discusiones, los celos, sean cosas que son “terrenales, sensuales, diabólicas.” (Santiago 3:15). Cuando nos volvemos a Dios, estas cosas tienen que ser desarraigadas de nuestras vidas. Parece que hay pocos que estén dispuestos a tratar con la vieja vida una vez descubierta la nueva. Como la gente de la que Santiago escribe, pensamos que es normal que la lengua permanezca en su estado salvaje, no domesticado; y dejar que la nueva agua de vida de la que hemos participado, fluya de nuestras vidas mezclada con las fuentes amargas de la vieja naturaleza:
“Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que
no puede ser refrenado....De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe
de ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por la misma abertura agua dulce y
amarga?” (Santiago 3:8,10-11).
Vemos lo dulce y amargo por todas partes y pensamos que es
normal. Somos lentos en creer que Dios quiere que lo “amargo” sea tratado
completamente, de forma que todos los celos, envidias, luchas, malos
sentimientos, resentimientos y dureza de corazón, sean sometidos a la obra de
la Cruz, para que las fuentes de nuestra vida puedan estar completamente en
Dios y que todas nuestras fuentes estén en Sión.
Así que no debemos confundirnos ni frustrarnos cuando
venimos a nuestro Mara particular, al lugar de los descubrimientos, el lugar de
la revelación, donde Dios empieza a revelar la amargura de nuestros corazones.
No comenzó cuando llegamos a Mara. Comenzó cuando nacimos... con el nacimiento
natural. Entramos a este mundo con un clamor de dolor y resentimiento. Pero
ahora que Dios ha producido un nuevo río de vida en nuestro interior, Él quiere
tratar con lo viejo... para que las fuentes que brotan de nuestras vidas puedan
ser ríos de refrigerio, no contaminados con las aguas saladas de la vieja vida.
¿Cuál es la solución? Se halla en otro descubrimiento...el descubrimiento de un
cierto Árbol.
¡Señor, Muéstranos el
Árbol!
“Y Moisés clamó a
Jehová y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se
endulzaron.” (Éxodo 15:25)
Cuando venimos a Mara, amados, necesitamos orar esta
oración: “Señor, ¡Muéstrame el árbol! Hay un árbol que crece junto a los bancos
de todo Mara, si tan solo hacemos un esfuerzo por hallarlo; vamos a necesitar
la ayuda del Señor para hacer este descubrimiento. Él va a ser fiel en
mostrárnoslo, si realmente queremos descubrirlo. Cuando lo haga, seamos rápidos
en cortarlo y en echarlo a las aguas. Tendrás que descubrir este árbol por ti
mismo; porque para cada Mara, hay un árbol individual. Sin embargo, todos son
semejantes. Es el árbol de Su Cruz; pero para ti y para mí hay una aplicación
muy individual de esa Cruz. Tu Cruz está hecha a medida para tus necesidades,
por lo que no puedo decirte explícitamente lo que puede implicar, a excepción
de que implicará una humillación de ti mismo ante Dios o ante tu prójimo. Puede
implicar una confesión de alguna ofensa que estás cuidando, o puede que se te
demande que pidas perdón a otra persona. O puede que se te pida que perdones a
alguien que te ha dañado. Porque si de hecho puedes ser dañado, hay un Mara en
tu naturaleza que debe ser endulzado. Puede que descubras que la amargura de tu
corazón no es por causa de lo que alguien te ha hecho, sino porque seas incapaz
de perdonar. Una vez que encuentres la gracia para perdonar, vas a descubrir
que las aguas se endulzan repentinamente...no porque tu prójimo haya cambiado,
sino porque tú has cambiado. Lo más probable es que cuando tu prójimo vea que
tú has cambiado, él cambie también. El perdón no puede liberarse fácilmente,
pero si buscas al Señor en serio, descubrirás el Árbol.
Puede que tengas que empezar a orar por la persona que te
haya maltratado, malinterpretado, o hablado mal en contra de ti. Al continuar
en esto, puede que el Señor te muestre que la amargura que tú has conocido sea
resultado de beber aguas de la cisterna de tu propio corazón... y que cuánto
más hayas bebido de ello, te hayas vuelto más amargado. Mientras tanto, quizás
hayas estado culpando a tu prójimo o a Dios. “Dios, ¿Por qué me haces esto?”
¿Por qué está Dios haciéndote esto? Quizás sea su forma de revelarte la
amargura de tu corazón, para que descubras el Árbol.
Pero tendrás que cortarlo y arrojarlo a las aguas. Dios no
va a hacer esto por ti; pero te va a mostrar como hacerlo. Puede que no sepas
como perdonar, pero puedes empezar reconociendo tu falta de gracia, y pidiendo
a Dios ayuda. Al continuar orando por el que te ha “herido”, más consciente
serás de la naturaleza anti-perdón que tienes, para que finalmente pienses
menos de ti mismo y llegues a pensar mejor de tu hermano.
Esto puede llevarte al lugar donde casi olvidas las heridas
que te ha causado tu hermano, y comienzas a meditar sobre el estado incurable
de tu propio corazón. Puede que pronto comiences a ser indulgente con la
auto-acusación y la culpa personal. Al
menos, el problema se ha estrechado a los confines de tu propio corazón. “Yo
soy el problema.” Que el Árbol siga haciendo
su trabajo en las aguas amargas de tu Mara hasta que puedas regocijarte en el
Árbol sobre el que nuestro Señor y Salvador murió para que fuéramos hechos
limpios.
“Si confesamos nuestros
pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos
de toda maldad” (1ª Juan 1:9)
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición; (porque escrito está: maldito todo aquel que es colgado de
un madero”: (Gal. 3:13).
Él se hizo una maldición, para que tú no puedas seguir
maldiciendo a tu hermano, ¡ O incluso a ti mismo!
Mara Se Convierte en
Un Lugar de Salud
“Allí (en Mara), les dio estatutos y ordenanzas, y allí les
probó y dijo, Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo
recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos
sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a
ti; porque Yo soy Jehová tu sanador.” (Éxodo 15:25-26).
En las aguas amargas de Mara, Dios vino con el pacto de la
sanidad, de la salud, y de la vida. ¿Cómo podemos esperar que fluyan salud y
vida en medio del pueblo de Dios, si continuamos bebiendo de las aguas
amargas?¿Si animamos a la vieja y a la nueva naturaleza a fluir juntas desde el
Templo de Dios? ¿Si se enseña al pueblo de Dios, a olvidar estas amonestaciones
del Señor para purgar sus corazones y mentes completamente de cualquier resto
de la naturaleza carnal de pecado, hasta que Cristo y sólo Cristo fluya en ríos
de vida desde la Casa de Dios?
Déjame asegurarte, amado, que cuando el pueblo de Dios
busque a Dios en serio, para encontrar el Árbol que traiga crucifixión y muerte
a la vieja naturaleza carnal, y los ríos de amargura que fluyen del corazón
sean sustituidos con ríos de perdón, de misericordia, de benignidad, de
amabilidad, y de AMOR, habrá un nuevo río liberado de sanidad física y
espiritual en la Casa de Dios, y seremos librados de las afecciones de este
viejo mundo.
ELIM, EL LUGAR DE LA
FORTALEZA
“Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta
palmeras, y acamparon allí, junto a las aguas” (Éxodo 15:27)
“Elim” procede de una palabra que significa “fortaleza”.
Después de las experiencias amargas de Mara, el Dios fiel lleva a Su pueblo
hasta Elim, un lugar de fortaleza y aguas refrescantes, un lugar de victoria y
de bendición. Sería bonito poder acampar aquí indefinidamente; pero el viaje
está muy lejos de acabarse. Tenemos que seguir hacia delante en el camino,
hacia el sur. Canaán está a nuestra izquierda, pero de algún modo el Señor dice,
“Continuad hacia el sur”...Y al seguir adelante, simplemente sabemos que nos
estamos alejando más y más de la tierra de la promesa. ¿Por qué nos lleva el
Señor deliberadamente por el camino más largo? ¿Y porqué en cada campamento,
estamos sujetos a una cada vez mayor devastación? Porque Dios en realidad está
mostrando Su cuidado y preocupación por Su pueblo. Nuestras vidas son esas
áreas desérticas salvajes con las que Él está tratando, y somos muy lentos en
comprender y entender la obra que El todavía tiene que obrar en nuestras vidas
para que podamos producir la Hermosura del Señor.
Capítulo 3 – El Desierto de Sin
CAPÍTULO 3 – EL
DESIERTO DE SIN
“Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de
Israel, y vino al desierto de Sin, que
esté entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron
de la tierra de Egipto.” (Éxodo16:1)
Habían estado un mes en el camino. Su provisión de alimentos
se estaba acabando. Una vez más, el mal de sus corazones comenzaba a revelarse;
y la fidelidad de su Dios durante el ges pasado había caído en el olvido. Pero
Dios sabía lo que iba a hacer. “Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, Yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá
diariamente la porción de un día, para que Yo lo pruebe sin anda en mi ley o
no...”(Éxodo 16:4). Observa
como el Señor en su forma de guiarles, les estaba “probando”. Les estaba
probando para revelar la inherente corrupción de su naturaleza, y a la vez, les
estaba mostrando Su camino para ellos; y su propia fidelidad. Mara fue para
probarles; y ahora, este extraño pan del cielo, era para probarles también.
Para suplir su necesidad, si; pero aun más que eso. Para probarles, para
examinarles, para observarles. No nos es difícil recibir las bendiciones de Dios. Dios continuará bendiciendo a Su
pueblo; pero El quiere probarnos y examinarnos, para ver si podemos estar
preparados para la tierra de Canaán. Tendremos mucho que decir sobre el maná
cuando lleguemos al desierto de Parán. Pero aquí mismo, queremos enfatizar que
este milagroso pan del cielo, esta comida que llamaban el “maíz del cielo” y
“la comida de los ángeles”, era algo que suplía su necesidad en espíritu, alma
y cuerpo, pero no satisfacía todo el deseo de sus corazones. Dios lo había
preparado de esta forma, porque Dios tiene que tratar con ese deseo
indisciplinado de Su pueblo, siempre anhelando tener...tener...y tener, si es
que Él les va a preparar para la Vida en el Espíritu, que es una vida de dar...
dar...dar...
Esta preciosa comida no podía ser almacenada, y si
intentaban guardarla, producía gusanos y apestaba. Sin embargo, siempre había
para cada necesidad, porque Dios enviaba una provisión fresca cada mañana.
Simplemente tenían que recogerlo, conforme a su necesidad; y si algunos
resultaba que recogían más de lo que necesitaban, entonces la provisión extra
se compartía con los que no recogían suficiente. Incidentalmente, éste es el
“Principio del Maná”, que se ha convertido en el principio del dar y del
compartir del Nuevo Testamento:
“Sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia
vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos
supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: El que
recogió mucho no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.” (2ª Cor. 8:14-15)
Dios tiene mucho trabajo que hacer en Su pueblo todavía,
para guiarnos a esa clase de “equidad” que Él desea en las personas del Nuevo
Pacto; aquí, en el Principio del Maná, queda ya establecido. Dios seguirá disciplinando
al pueblo en rumbo a Canaán, hasta que hayan aprendido a usar lo que Dios les
ha dado para sus necesidades diarias y dejar el resto disponible a los que
estén en necesidad. Los verdaderos discípulos del Señor deben estar preparados
para ABANDONARLO TODO con el fin de poder ser Sus discípulos. Lo harán con
alegría,...no porque haya algún apóstol o profeta, o estructura eclesiástica
que lo requiera, sino porque en su caminar con el Señor, y en su búsqueda de la
Tierra de la Fertilidad, van a descubrir que “es más bienaventurado dar que
recibir”.
Capítulo 4 – El Desierto del Sinaí
CAPÍTULO 4 – El Desierto del Sinaí
“Sed pues, santos como
Yo soy Santo”
“Toda la
congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus
jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidím; y no había
agua para que el pueblo bebiese” (Éxodo 17:1)
Todavía siguen rumbo al sur... alejándose más y más de
Canaán. Porque Dios tiene que probarles y preparar aún más sus corazones, antes
de que puedan estar listos para dar la vuelta hacia el norte, rumbo a Canaán.
Masa y Meriba
No había agua en Refidím. Dios les dio alimento del cielo; pero ahora de nuevo se encuentran sin agua, y listos para apedrear a Moisés. Dios tiene la respuesta a cada necesidad física y espiritual, y la única razón por la que Él nos mantiene esperando, es para probarnos y examinarnos, para saber si creeremos en Él o no. Ordenó a Moisés que se pusiera junto a una roca en Horeb (que significa “un lugar reseco”), que golpeara la roca con su vara, y Dios prometió que aguas brotarían como arroyos refrescantes y aguas corrientes.
“Y llamó el nombre de aquel lugar Masah, y Meriba, por la
rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová diciendo: ¿Está,
pues, Jehová entre nosotros, o no?” (Éxodo 17:7)
¿Por qué razón tenemos que hacer un Masah y un Meriba de cada lugar de provisión de Dios, solo por el hecho de que Dios parezca obrar muy lentamente y estar en silencio en los momentos en que pensamos que Le necesitamos más? ¿Por qué no dejamos que el Señor llame a las experiencias por las que pasamos en la vida, con nombres como “Aguas Vivas”...”Paz y reposo”...”Fuentes de aguas vivas?” En lugar de ello, murmuramos y nos quejamos, pero Dios es fiel en intervenir, en contestar nuestras oraciones, aunque tienda a llamar a nuestros lugares de fracaso con nombres como Masa, que significa “prueba, tentación”, o Meriba, que significa “contención, confrontación, conflicto.”
Cuando Dios dice que nuestro lugar de fracaso era Masah y
Meriba, no está diciendo que es el lugar donde Él nos probó. Más bien nos dice
que en el lugar donde Él pretendía probarnos y examinarnos, le dimos la vuelta,
y PROBAMOS A DIOS Y CONTENDIMOS CON DIOS... Y esto es lo que entristece Su
corazón. Por tanto, Masah y Meriba se han convertido en una descripción íntegra
de su forma de vida a lo largo del viaje de cuarenta años por el desierto.
Cuando el salmista alza su voz para alabar y exaltar a la Roca de su
salvación... y después dobla la rodilla en adoración ante el SEÑOR su Hacedor,
de forma muy abrupta su alabanza y su adoración se convierten en una seria
advertencia al pueblo de Dios, que sabe como alabar y adorar, pero cuyo corazón
tiende a la dureza y a la rebelión.
“Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro
corazón, como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto. Donde me
tentaron vuestros padres, me probaron y vieron mis obras.” Salmos 95:7-9
Hoy es un día en el que las congregaciones del Señor saben
como acercarse a Dios; adorar y alabar se ha convertido frecuentemente en un
sistema, en un mecánico “hazlo-de-esta-forma”... Cuando todo termina, el
corazón sigue tan duro y tan frío hacia Dios como siempre. Hay un “arte” en la
alabanza, “un arte” en la adoración, un “arte” en la música, y un “arte” en la
danza delante del Señor. Qué poco de todo esto guía a la verdadera sumisión y
adoración ante los pies de Aquel que es nuestro Hacedor. Si al ser bendecidos y
participar de tanta provisión y dones espirituales, sentís que sois un pueblo
con un favor especial de parte de ÉL, escuchad estas solemnes palabras al final
de este hermoso cántico de alabanza:
“Cuarenta años estuve disgustado
con la nación, y
dije: pueblo es que
que DIvaga DE
corazón, y no
han conocido mis caminos;
por TANTO, juré en mi FUROR
que no entrarÍAn en mi reposo.”
(Salmos 95:10-11)
He aquí un pueblo favorecido por encima de todas las naciones sobre la faz de la tierra. Fueron testigos de un milagro tras otro en sus vidas. Vieron el fluir milagroso del agua de la roca para satisfacer su sed. Llovió Maná del cielo cada día para satisfacer cada necesidad. La Nube de Gloria permanecía sobre el Tabernáculo día y noche durante cuarenta años.
PERO EN TODO ELLO, ¡NUNCA CONOCIERON A DIOS! ¡Y DIOS
TESTIFICO QUE ELLOS FUERON UN PESAR PARA SU CORAZÓN!
Todas estas observaciones fueron temibles. Pero necesitamos
considerar estas cosas muy solemnemente en el día de hoy y en esta hora en que
la bendición de Dios sobre su pueblo es considerada el sello de su aprobación.
Esto no es teología del Antiguo Testamento. Esta enseñanza es enseñanza del
Nuevo Testamento, escondida bajo los tipos y sombras de antaño. Escucha el
comentario de Pablo a este episodio del desierto: “Porque no quiero, hermanos,
que ignoréis, que nuestros
padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés
fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento
espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la
roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos
no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.” (1ª Cor.
10:1-5).
Fueron “postrados en el desierto” a pesar del hecho de haber
participado de todas estas multiformes bendiciones. En medio de sus
bendiciones, fracasaron en su caminar de obediencia, y no entraron en la Tierra
de la Promesa. El apóstol Pablo nos amonesta a aprender de sus errores, porque
eran tipos y sombras del pueblo de Dios, que hoy vive bajo el Nuevo Pacto. (lee
1ª Cor. 10:11-12).
Sinaí, El Monte Santo
de Dios
“En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de
Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí.” (Éxodo 19:1)
En este lugar tienen que permanecer aproximadamente once
meses, acampando al pie del monte santo de Dios, y familiarizándose con Su
justicia y con sus leyes y ordenanzas santas. Aquí construirían el tabernáculo,
para que Dios mismo pudiera habitar en medio de ellos. Canaán estaba delante de
ellos, y había mucha guerra que vencer, pero Dios tenía que tener un pueblo
santo para hacer guerra contra las naciones impías, y para introducirse en ese
reino santo que Moisés ya había descrito como “el monte de tu heredad, en el
lugar de tu morada, que Tú has preparado, oh Jehová, en el Santuario, que tus manos,
oh Jehová, han afirmado.” (Éxodo 15:17).
En este día y hora, el asunto de la santidad con mucha frecuencia es igualado con el “legalismo”. Sabemos que vivimos en el Día de la Gracia. Pero lo que con frecuencia es pasado por alto, es el hecho de que la Gracia de Dios surgió para que la justicia y la santidad que Dios requería bajo el Antiguo Pacto, ahora pudieran ser PROVISTAS bajo el Nuevo. La razón por la que Dios desechó la Ley no es porque no funcionara. El Nuevo Pacto surgió para obrar en los corazones del pueblo de Dios esa calidad y carácter de vida que el Antiguo Pacto era incapaz de producir. “Es porque “no permanecieron en Mi Pacto”, que Dios vio correcto su cambio (Heb. 8:9). La razón por la que podemos caminar en santidad y justicia bajo el Nuevo Pacto es simplemente porque Dios viene al corazón, a la mente y al alma para escribir sus requisitos, en la mente y en el corazón... una vez más con dedo de fuego, pero esta vez, en “tablas de carne, del corazón” (2ª Cor. 3:3). El Nuevo Pacto no es solo una nueva “posición” en la Gracia; ES UNA ESCRITURA EN EL CORAZÓN, Y UNA ESCRITURA EN LA MENTE, Y UN CONOCIMIENTO DE DIOS MEDIANTE UNA RELACIÓN ÍNTIMA. No es sólo una declaración de lo que somos en Cristo. Es una TRANSICIÓN desde un lugar de condenación y de muerte, hasta un lugar de justicia y de vida. Es una TRANSFORMACIÓN de un estado de muerte y oscuridad espiritual a un nuevo estado de vida y luz espiritual. ¿Estaba Dios de hecho interesado en ovejas y cabras, bueyes, tórtolas y palomas, días santos, y sabbaths, y rituales religiosos de una y otra clase?
“¿Tiene Dios cuidado de los
bueyes? ¿O lo dice enteramente por nosotros?” (1ª Cor. 9:9-10).¿Estaba
de hecho interesado en que llevemos una ropa hecha de una sola clase de
material? ¿O en que plantásemos un jardín con dos tipos de verduras? Realmente
no. Nos estaba dando principios de la verdad del Nuevo Pacto, bajo un escenario
del Antiguo Pacto. Con otras palabras, Dios odia la mezcla. El quiere
pureza...pureza de mente y actitudes. Es precisamente de eso de lo que va la
Ley; y de eso va el desierto. Lo que Dios busca es una revelación del corazón
de su pueblo...que al vernos a nosotros mismos en desesperanza y desesperación,
podamos acercarnos a Él y participar de su Gracia. Con mucha confianza, ellos
prometieron a Dios que harían todo lo que Él había dicho. Dios sabía que no
estaba en sus corazones el hacerlo, y Le escuchamos lamentar...”¡Que diera que
tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis
mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!...”
(Deut. 5:29). Pero incluso antes de que Moisés desaparezca de la escena, él ve
el día en que Dios produciría el Nuevo Pacto.
“Y circuncidará Jehová tu Dios, tu corazón y el corazón de
tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda
tu alma, a fin de que vivas.” (Deut. 30:6)
Este es todo el contenido e intención de la Ley, como Jesús
observó. (Lee Mateo 22:37-40).
El Peculiar Tesoro de
Dios
“ Vosotros visteis
lo que hice a los egipcios, y como os tomé sobre alas de águila y os he traído a Mí. Ahora pues, si diereis
oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro, sobre
todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino
de sacerdotes , y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de
Israel.” (Éxodo 19:4-6)
Israel no podía lograr esto; pero había sido reservado para
el pueblo del Nuevo Pacto: “Sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable.”: (1ª Pedro 2:9).
Son los que tienen un temor del Señor de toda la creación, piadoso e íntegro... un temor que inspira amor, devoción y entrega, incluso hasta la muerte. Cuando Dios habla, ellos escuchan. Pero aún hacen más—obedecen. Buscan caminar por sus caminos. Tiemblan ante Su Palabra. A menudo se hablan unos a otros, no en una vana palabrería, sino en comunión, pensando en Su Nombre, meditando en Sus grandiosas obras, animándose y edificándose el uno al otro—enseñando, exhortando, amonestándose el uno al otro en el temor del SEÑOR. Completamente ocupados en Él, y por tanto estando Él ocupado todo el tiempo con ellos:
“El que me ama, mi
palabra guardará; y mi Padre
le amará, y vendremos a él y haremos morada con él.” (Juan 14:23)
Este “pueblo peculiar” no es “peculiar” porque haga cosas
ilógicas o impropias. La palabra tiene el sentido de un “tesoro escondido”...
algo tan precioso que está escondido, y escondido de la vista de los hombres...
algo especial, algo superlativo. Son un pueblo que es desconocido, y sin
embargo, “bien conocido”. Porque puede que pase sus días en esta vida en
oscuridad, escasamente conocido o reconocido en los asuntos de los hombres.
Pero son “bien conocidos” en lugares celestiales, son el tema de conversación y
de asombro entre las huestes celestiales. Son débiles e insignificantes en sí
mismos... no pueden jactarse en ninguna capacidad especial en lo natural... son
muy normales y no tienen pretensiones. Sin embargo, aunque no tengan ninguna habilidad natural y aunque no se
aferren a ningunos logros en particular, aman a Dios con una intensidad que les
aparta hacia un lugar especial en el corazón de Dios... un lugar especial para
morada del Padre y del Hijo.
“Levítico... antes que
Números”
Siempre tenemos
prisa por llegar a nuestro destino; y Dios desea mucho más que nosotros,
llevarnos allí. Pero nos ha enseñado que...
“Los bienes que se adquieren
deprisa al principio, no serán al final bendecidos.” Proverbios 20:21. De esta
forma, durante casi un año el Señor deja a los hijos de Israel en Sinaí, para
prepararles para el viaje RUMBO AL NORTE, hacia Canaán. Precisamente este el
tema principal del libro de Levítico. Es el libro de la santidad de Dios, la Santidad de Su pueblo. Las palabras “santo” y “santificado” se usan más de cien
veces sólo en Levítico. En todos los sacrificios, en todas las ordenanzas, en
todos los juicios que Dios había decretado, Él está reflejando la santidad de
Su naturaleza y el deseo de santidad de Su pueblo.
“Números” sigue a Levítico, porque
en el libro de Números, el pueblo del Señor es contado y formado en orden,
preparado para la conquista de Canaán. Pero tenemos que familiarizarnos con la
grandeza de nuestro Dios y aprender a “temblar a Su palabra” si vamos a ser un
pueblo conquistador. Ya querría Dios que la iglesia de esta hora, tan celosa
por la guerra espiritual, pudiera entender esto. La Batalla no es nuestra, sino
de Dios; y si no aprendemos a temer delante de Él, y participar de Su Santidad
y de Su carácter y naturaleza, no vamos a pelear la buena batalla contra las
huestes de maldad preparadas contra nosotros. Dios querría que su pueblo
entendiera que las armas de nuestra milicia no son carnales, sino espirituales
y que...
Vencemos
al mal con el bien
Vencemos
al odio con el amor
Vencemos
la anarquía con la obediencia
Vencemos
el error y el engaño con la Verdad
Si entendiéramos esto, entonces
nos concentraríamos en estos tipos de armas, en lugar de en todas las
estrategias maquinadas humanamente, y los trucos y formas de entretenimiento.
Así, debemos quedarnos aquí, al pie del Monte Santo, para aprender Sus caminos
antes de que podamos sen contados para la Batalla.
Para aprender sobre el Pacto que
está escrito sobre nuestros corazones con el dedo santo de fuego de Dios...
Para conocer la ira de Dios contra
el becerro de oro, y dejar que nuestros corazones idólatras sean golpeados con
Su justos juicios... Para conocer el celo del Señor, y el celo de Sus
sacerdotes, para limpiar el campamento de Dios de toda su idolatría...
Para participar de la preocupación
sacerdotal por el pueblo de Dios, para que podamos como Moisés, prevalecer con
Dios hasta que “se arrepienta de la ira de su furor y se arrepienta del mal”,
que se había propuesto , y para que en medio de su ira, recuerde su
misericordia...
Para afirmar nuestros corazones en la edificación del
Tabernáculo de Dios; y que al hacerlo, sepamos que “a menos que el Señor
edifique la casa, en vano trabajan los edificadores...”
Para clamar a Dios como clamó Moisés, “Te ruego, Oh, SEÑOR,
MUÉSTRAME TU GLORIA.” Porque sólo al ver Su gloria, y al radiar su gloria, solo
entonces podremos ministrar vida y verdad al pueblo de Dios.
Entonces dice el Señor, “Habéis estado bastante tiempo en
este monte, volveos e id...” (Deut. 1:6-7).
El escritor de Cantar de los Cantares habla del “viento del
norte” o “Aquilón”, y del “viento del sur”, o “Austro”, que Dios envía sobre Su
pueblo. Así, después de salir de Egipto, el viento del norte les conduce cada
vez más lejos de su objetivo. Pero ahora es el tiempo de que sople el viento
del sur, para apremiarles hacia el norte, hacia la tierra de su herencia.
“Levántate Aquilón, y ven, Austro; Soplad en mi huerto, despréndase sus aromas.” (Cantar de Los Cantares 4:16)
La regla de la Nube sigue siendo la regla por la que deben
ponerse en marcha hacia Canaán. Pero ahora, el fuego santo de Dios descansa
sobre el Tabernáculo. Ahora el fuego santo de Dios se asocia con el pueblo de
Dios, para consumir a sus enemigos.
“En el año segundo, en el mes segundo, a los veinte días del mes, la nube se alzó del tabernáculo del testimonio. Y partieron los hijos de Israel del desierto de Sinaí según el orden de marcha; y se detuvo la nube en el desierto de Parán.” (Números 10:11-12)
El pueblo de Dios había sido
“contado” para la batalla, y formados, ahora se movían hacia delante para tomar
la tierra y destruir a los enemigos de Dios. Había un nuevo cántico, una
canción para la batalla...”Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus
enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen.” (Números 10:35).
Caminaron tres días hacia el
desierto de Parán, la nube de Dios delante de ellos, “buscándoles lugar de
descanso”. (Números 10:33). Recordemos que era un lugar de Reposo el que Dios
había preparado para ellos; pero una vez más, por causa de su desobediencia, el
lugar de Reposo se había convertido en lugar de desolación.
“Aconteció que el
pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se
encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del
campamento:” (Números 11:1). EL fuego santo de Dios iba delante de ellos para
consumir a sus enemigos; pero sus corazones llenos de queja hicieron que el
“fuego del Señor” quemara a la gente en el mismo campamento de Dios.
Juan el Bautista nos dice que el
“Fuego de Dios” ha sido reservado para la paja de la era: “Su aventador está en
Su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero y quemará la paja
en el fuego que nunca se apagará.” (Mateo 3:12). Dios conceda que Su fuego
santo quite toda la paja, toda la escoria de nuestras vidas, para que podamos
ser librados de los fieros juicios de Dios en el día de Su ira.
“Porque he aquí, viene el día
ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad
serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los
ejércitos, y no les dejará raíz ni rama:” (Malaquías 4:1).
Dios había ido delante de Su
pueblo en Su fuego santo, para preparar para ellos un lugar de reposo. Pero
para muchos de ellos, no fue sino un fuego y un ardor, por causa de sus
corazones llenos de queja. Y el lugar fue llamado “Tabera”, que significa
“Ardor de fuego”.
Deseamos con todo nuestro anhelo
que el fuego santo de Dios venga en medio de nosotros para consumir la escoria
y la paja, pero tenemos que entender que esto es algo muy serio, tener el fuego de Dios en medio de
nosotros, si no hay un serio anhelo de
caminar en obediencia. Nadab y Abiu descubrieron esto. También Ananías y
Safira. Vamos a testificar algunos juicios tremendos en la Casa de Dios, cuando
el Fuego de Dios venga a habitar en Su templo.
“Y la gente extranjera que se
mezcló con ellos tuvo un vivo deseo y los hijos de Israel también volvieron a
llorar y dijeron, ¡Quién nos diera a comer carne! Y ahora nuestra alma se seca,
pues nada sino este maná ven nuestros ojos.” (Números 11:4,6).
Los hijos de Israel habían estado
comiendo el Maná durante un año... desde que salieron del desierto de Sin. Los
había mantenido sanos, fuertes y vitales. Pero ahora querían algo mas
sustancias, algo como lo que habían tenido en Egipto. ¿Cómo es que este
maravilloso Pan de Dios, preparado en el Cielo, ya no les satisfacía? Había un
cierto ingrediente en el Maná que les provocaba hambre, para que en esa hambre
pudieran poner sus corazones atentos al conocimiento de Dios, y a participar de
Su Palabra viva.
(1) El Maná
levantaba Muchas Preguntas
Cuando el Maná cayó por primera vez en el Desierto de Sin, el pueblo lo miraba con asombro y se decían unos a otros, “¿Qué es esto?, ¿Qué es esto?” Y porque nunca descubrieron una respuesta satisfactoria a esa pregunta, así es como lo llamaron. “Maná” significa simplemente “¿Qué es esto?”. La respuesta de Moisés fue simple, “Es el Pan que Jehová os da para comer.” (Éxodo 16:15). El Dr. Strong lo llama un “Qué”, y dice que la palabra incluye el pensamiento de ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Los que hemos participado del Maná podemos entender completamente todas estas preguntas sin respuesta que nos vienen de vez en cuando:
¿CUÁNTO TIEMPO, Oh, Señor, tengo que sufrir esto?
¿ De QUÉ va todo esto, Señor?
¿POR QUÉ, Oh Señor, me haces esto?
¿CUÁNDO, Oh Señor, vas a escuchar mi oración?
Estas preguntas y otras muchas de este tipo, surgen constantemente del pueblo que come el Maná, y son preguntas válidas. Pero tenemos que estar contentos con la respuesta de Dios, que puede que no responda a la pregunta, pero nos dará la verdadera nutrición y sostendrá nuestra vida en el desierto, si hemos puesto nuestros corazones correctamente. Es la misma respuesta que Dios ha dado a los santos de todos los tiempos:
“Lo que Yo hago, tu no lo comprendes ahora; más lo entenderás después.”
“Todavía un poco, y el que ha de venir, vendrá, y no tardará...”
“Pero necesitáis la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa....”
La tardanza de Dios en venir a los suyos en tiempo de necesidad ha sido una de las cosas más gravosas que Sus escogidos han tenido que sufrir. Comemos el Pan de Dios, y caminamos en Sus camino, para terminar descubriendo que con todo lo delicioso que pueda estar el Pan, nos deja con tantos pensamientos perplejos, tantas preguntas sin respuestas, tantas oraciones sin contestar. Hay un continuo ¿QUÉ? respecto de los caminos de Dios. Pero tenemos que saber que el Maná siempre cae en el campamento escogido de Dios, en el lugar que El mismo ha apartado y escogido para ser nuestro lugar de reposo. Porque el verdadero reposo es nuestro, aún en el tiempo de la tormenta, cuando estamos preparados para abandonar muchas preguntas y confesar....
“Más Él conoce mi camino; Me probará y saldré como oro.” (Job 23:10).
(2) El
Maná era preparado en el Cielo
Jesús dijo, “No os dio Moisés el Pan del Cielo, más Mi Padre os da el verdadero pan del cielo.” (Juan 6:32). Jesús es el verdadero Pan. El maná en el desierto no fue en ningún sentido una provisión final. Era una provisión temporal para preparar sus corazones, y que finalmente pudieran participar del verdadero Pan, “el Maná escondido”, la vida incorruptible del Espíritu.
Y así, le llamaron el “maíz del cielo” o “comida de ángeles”. O como algunos lo han traducido, el “pan de los poderosos:” (lee Salmos 78:24-25). Pero incluso en ese ámbito glorioso de lo celestial, las huestes celestiales necesitan participar de la vida de Dios. Fueron creados para recibir vida de Él; y cuando Lucifer dijo, “Seré como el Altísimo”, en ese momento y lugar se cortó de la fuente de su gloria, la fuente de su hermosura, la fuente de la vida verdadera. Sólo a través de una extremada dependencia en Dios, puede cualquier criatura de toda la creación de Dios hallar fortaleza y aporte que apoye y sostenga su vida. Al darles Maná, Dios estaba diciendo, “Tengo que impartir a estos pobrecitos de la tierra que he escogido la misma clase de alimento del que obtienen su aporte y alimento Mis huestes celestiales. Debo darles “comida de ángeles” porque deben obtener su fortaleza de Mí, la fuente-cabeza y recurso de toda vida y verdad. Debo darles el “pan de los poderosos”. Debo darles “el maíz del cielo.”
(3) El
Maná era pequeño, Insignificante
Y así, como Aquel al que representaba, el maná era humilde, sin pretensiones, puro, blanco y limpio. Se habla de él como de una pequeña “semilla”, y como la “escarcha”. Cada persona necesitaba aproximadamente un “omer” de esta cosa para sus necesidades diarias, más o menos, siete pintas. Su recogida debía requerir un gran esfuerzo, con tanto maná parecido a almendras esparcidas por el suelo, como escarcha. Tenían que agacharse para recogerlo. Dios había dicho que el propósito de la vida del desierto y del Maná, era humillarles y probarles. Porque Dios estaba preparándose un pueblo especial para Sí, y Dios no puede caminar con gente soberbia y despreciable.
(4) El Maná era fresco cada mañana
No era algo que pudieran guardar. Era pan que tenía que recoger a diario, y el pan tiene que comerse a diario. Tiene que ser recogido por la mañana, porque el calor del sol lo haría deshacerse. Si intentaban conservarlo, criaba gusanos y olía muy mal. Si la Palabra de Dios ha de ser para nosotros una Palabra viva, tiene que venir a nosotros cada mañana. No es suficiente que yo pueda probar que está en la Biblia, y que Dios la DIJO. Estamos agradecidos de que Dios la DIJO. Pero no vamos a obtener ninguna vida de ellos a menos que ÉL la esté DICIENDO hoy. Debe ser una Palabra que “procede” de la boca del Señor, si es que vamos a vivir por ella. Jesús nos dijo que teníamos que orar: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, el pan que yo necesito para hoy. Yo solo puedo participar de Su vida cuando Él HABLA. “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones...” (Heb. 3:7-8). Hay muchas cosas en la Palabra de Dios que Él DIJO; y muchas cosas que Él DIRÁ otra vez. Pero si Él no lo está DICIENDO, lo mejor que es que lo deja un lado. Si Él no está revelando, descubriendo, y trayendo vida a Su pueblo a través de ella, lo mejor es dejarlo a un lado.
(5) El Maná no era preparado en el Sabbath
No había nadie en el cielo
preparando el Maná para el pueblo de la tierra el día del Sabbath; así, el
sexto día tenían que recoger una doble porción. Pablo dice, “Queda un reposo para el pueblo de Dios”:
(Hebreos 4:9). Y la palabra “reposo” es “sabbath”. El pueblo no tenía que
ponerse a buscarlo porque no habría ninguno. Dios estaba “descansando” ese día,
y puesto que el pueblo de Dios estaba participando de Su reposo, el Maná del
sexto día sería vivo, vital y sano. Nuestro Maná es comida espiritual; y
nuestro Sabbath es un Sabbath espiritual. Los días de trabajo del hombre
llegaban a su fin, y el pueblo del camino del desierto debe participar de la
“doble porción”, para que podamos tenerla para el pueblo de Dios cuando vayan
en búsqueda del Maná el día del Reposo de Dios, y no encuentren nada. En
realidad, la “doble porción” es para los demás. Eliseo recibió la doble
porción, pero era para otros. Era para la sanidad de las aguas en Jericó, o
para proveer refrescantes arroyos de agua para los ejércitos de Dios cuando
eran atacados por el enemigo; o era para multiplicar el aceite de la viuda
golpeada con la pobreza extrema; o para sanar el potaje envenenado; o para
multiplicar el pan y el maíz para los hijos de los profetas; o para sanar al
leproso; o para hacer que el hacha prestada flotara; o para resucitar a los
muertos. Por supuesto, es cierto que al dar el pan del sabbath a otros,
participamos de ello nosotros mismos. Porque es en ministrar a los demás y en
ayudar a los demás, que nosotros mismos somos alimentados. Porque Jesús estaba
haciendo la voluntad del Padre al ministrar a la mujer de Samaria, El podía
decir a los discípulos, “Tengo una comida que comer que tú no conoces... Mi
comida es que haga la voluntad del que Me envió y que acabe Su obra....”
(6)
EL Maná
sabía como aceite fresco.... como barquillos de miel.
Señor, danos de ese “aceite
fresco”... aceite puro, limpio y fresco. ¡Cuánta sequedad, cuánta corrupción
encontramos en el Pan de Dios hoy! “Las moscas
muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña
locura, al que es estimado como sabio y honorable.” (Eclesiastés 10:1).
David dijo, “Me has ungido con aceite fresco...” ¿Barquillos de miel? ¿Pan con
sabor a miel? La miel habla del verdadero conocimiento y sabiduría... “Come,
hijo mío la miel, porque es buena, y el
panal es dulce a tu paladar: así será a tu alma el conocimiento de la
sabiduría; si la hallares, tendrás recompensa y al fin tu esperanza no será
cortada.” (Proverbios 24:13-14).
Necesitamos la miel de la Palabra
de Dios. Necesitamos esa sabiduría espiritual y entendimiento que nos hagan
“crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.” Necesitamos sabiduría espiritual y entendimiento. En la verdadera
sabiduría y conocimiento que Dios da, hay una recompensa, hay esperanza, hay expectativa.
Precisamente es para eso. No es para alguna doctrina lejana, no pertinente, no
relevante a lo que Dios está haciendo. Es una provisión del desierto, para
darnos esperanza y expectativa, un sabor previo de la Tierra Prometida “que
fluye leche y miel”. Pero no queremos demasiada miel—no ahora mismo. Ojalá el
pueblo de Dios, especialmente Sus maestros, pudieran entender esto. No puedes
pegarte un atracón de sabiduría y entendimiento sin sufrir las consecuencias.
“¿Hallaste miel? Come lo que te basta, no sea que hastiado de ella, la
vomites.” (Proverbios 25:16).
Creo que hay mucho vómito en estos
días en los que los hombres se pegan atracones de la así llamada sabiduría y
conocimiento y entendimiento... todo en nombre de la verdad más profunda, y presumiendo
confiadamente de conocer todo sobre los planes de Dios y los propósitos de su
reino por venir...y realmente no hay vida en la mayor parte de ello. El exceso
de miel puede enfermarte.
Pero necesitamos un poco, para
iluminación, para expectación, y para esperanza. Jonatán mojó el extremo de su
vara en la miel que caía de los árboles y le iluminó la vista, para que pudiera
ver claramente. Quizás nuestra curiosidad y nuestro ego quedarían satisfechos
si supiéramos lo que Dios va a hacer en el tiempo por venir. Que Dios de a su
pueblo del desierto una Palabra viva en esta hora, para que pueda haber
expectación y esperanza para la Tierra de la Promesa, mientras proseguimos por
este camino del desierto.
(7)
El Maná se
posó sobre el rocío
Moisés dijo, “Goteará como la
lluvia mi enseñanza, destilará como el rocío mi razonamiento...” (Deut. 32:2).
Durante las largas
noches del desierto, cuando los hijos de Israel caían dormidos, Dios preparaba
alimento para ellos, para el día siguiente. Hemos mencionado que la recogida
del Maná era un trabajo muy tedioso. Pero hay que decir que no hay nada que
podamos hacer para producir este pan del cielo que da vida. Pero en la
oscuridad de la noche, cuando caemos dormidos, Dios prepara un camino delante
de nosotros, y marca nuestra provisión para el día siguiente. Sabemos que hay
el sueño de la muerte. Hay el sueño del letargo, el sueño de la falta de
preparación, el sueño que viene a Su
pueblo, que ha participado de los somníferos del placer, y que está buscando
los gozos decepcionantes de este mundo. Pero para el pueblo de Dios que tiene
hambre de Él, que está abierto a Su Palabra, y que busca diligentemente al
Señor con todo su corazón, hay un SUEÑO del Señor que Dios pone sobre nosotros
cuando nosotros obramos esos hechos soberanos y poderosos que están
completamente más allá de nuestra habilidad y de nuestros recursos para
producirlos. Cuando el Señor edifica Su Casa, Él no dejará que tú y yo nos
entrometamos en ello. Cuando el guarda la ciudad, y nosotros simplemente nos
movemos en unión con Él, no podemos salir con nuestras propias estrategias.
Así, el salmista dice,
“Por demás es que os levantéis de
madrugada
Y vayáis tarde a reposar, y que
comáis pan de dolores
Pues que a su amado dará Dios el
sueño”
(Salmos 127:2)
O como ha sido traducido por
alguien, “Así, Él provee para sus amados mientras duermen.” Esto no es un
estímulo a la pereza. Es simplemente la forma que Dios tiene de decirnos que
dejemos de entrometernos en la hermosa obra que Él está haciendo en Su Casa, y
que echemos toda nuestra ansiedad sobre Él. Nuestra ansiedad y preocupación,
que siempre acompañan al “mucho servicio”, sólo aumentan nuestra frustración.
Mientras tratamos de producir el “pan de dolores”, Dios dice, “Déjamelo a Mí.
Estoy preparando tu pan en la oscuridad de la noche. No puedo decirte lo que
estoy haciendo, cómo, cuándo y por qué. No lo entenderías en este momento. Pero
lo entenderás después...”
Como el Jacob de antaño, que huyó
de su hermano Esaú, y habiendo comido el pan de dolores,... cae dormido en el
campo abierto, y ahí es donde Dios comienza a trabajar....y a revelar a Su
escogido Su plan para la Casa de Dios. Jacob se levanta de su sueño diciendo,
“Ciertamente, Dios está en este lugar, y yo no lo sabía.”
De la misma manera, Daniel, se
encontraba profundamente dormido con su rostro hacia tierra, cuando vio la
visión de Aquel que hablaba con “palabras como voz de muchedumbre”. Él también
vio la visión de algo que sólo Dios podía obrar, la visión del Hombre unido...
de Cristo en unión con Sus muchos hermanos.
Adán anhelaba a alguien a su
semejanza, su complemento, su ayuda idónea... alguien con quién tener una
relación de unión con él. Pero Dios tuvo que someterlo a un profundo sueño.
Adán no podía cooperar en esa gran obra. Si lo hiciera, echaría a perder lo que
Dios tenía en mente. De su costado abierto surgió Eva, hermosa de ver...como
Adán, y sin embargo tan diferente: su complemento, su esposa, su propio
cuerpo...”hueso de su hueso, y carne de su carne.”
Nuestro Señor Jesús igualmente fue
sometido a un profundo sueño, para que de su costado abierto, pudiera surgir
una Esposa, una persona unido a Él en una relación colectiva—como Él, y sin
embargo, distinta: Su complemento, Su plenitud...”hueso de Su hueso y carne de
Su carne....” completamente compatible con Él, y sin embargo, completamente
dependiente de Él.
Estando Abraham listo para “cortar” el pacto con Dios (porque Dios le había
dicho que preparara los sacrificios para el pacto). Lo único que podía hacer
era ser vigilante y obediente, ahuyentando las aves de presa que se abalanzaban
sobre los cuerpos. Esperar, esperar y esperar a que Dios interviniera en la
escena para que pudieran caminar entre los pedazos juntos, y así, confirmar el
pacto. Dios le dejó esperando, como siempre. Pero en el cumplimiento del
tiempo, Dios sometió a Abraham a un profundo sueño... y sólo Dios anduvo entre
los pedazos “como un horno ardiente” y como una “lámpara ardiente”. No había
forma de que Dios pudiera dejar a Abraham entrometerse en esta hermosa obra que
Él estaba haciendo... no había forma de que Abraham pudiera participar de este
obra soberana de Dios en la nación santa que caería cautiva en tierra extraña,
y que después de 400 años saldría como un pueblo colectivo, de la tierra de la
esclavitud hacia la Tierra de la Promesa. Lo único que Abraham podía hacer
mientras estaba despierto, era ahuyentar a las aves, y Dios haría el resto
mientras Abraham dormía.
Estamos hablando del Maná... y
cómo este maravilloso Pan de Dios se posaría sobre el rocío en la oscuridad de
la noche... sin ayuda, sin apoyo, intacto, no echado a perder por la mano del
hombre.
Y entonces, con corazones llenos
de temor, nos levantamos por la mañana y decimos... ¿Por qué, Señor? ¿Cómo,
Señor? ¿Cuándo, Señor? ¿Qué, Señor? Todo el tiempo en ignorancia de lo que el
Señor está haciendo, pero de algún modo, sabiendo que todo esta bien, y de
algún modo, pudiendo proclamar confiadamente, “Sé que todas las cosas obran
para bien, porque amo a Dios,...y sé que soy llamado conforme a Su propósito.”
(8)
El Maná
era totalmente suficiente
Había una amplia
provisión para cada necesidad. De hecho, había mucho más de lo que necesitaban.
El exceso de maná se derretía al calor del sol. Dios siempre provee mucho más
de lo que necesitamos, más de lo que podemos digerir. No para que podamos
saborearlo, corromperlo, administrarlo mal o pervertirlo. Pero Dios no va a
dejar que se diga de Él. “Dios, no me has dado suficiente.” Es la medida del
hambre que tenemos, lo que determina la medida de nuestro comer. Lo que queda
simplemente vuelve al corazón de Dios, para regresar de nuevo a nosotros por la
mañana, cuando estamos listos para recibir más.
Pero hay más que todo esto, en
cuanto a la autosuficiencia del Maná. También proveía de todo ingrediente
necesario para que los hijos de Israel permaneciesen vitales, fuertes, y
saludables. Moisés nos dice que después de 40 años en el desierto, había habido
tal provisión milagrosa del Maná, una fortaleza tal, y una vida tal que “Tu
vestido nunca se envejeció, sobre ti ni el pie se te ha hinchado en estos
cuarenta años.” (Deut. 8:4). El viaje fue largo y cansado, y atravesaron
terreno duro y desértico. Pero Dios los mantuvo sanos y fuertes, guardó incluso
su calzado, y protegió sus pies de hinchazón. Fueron un pueblo sano, sin ni uno
solo enfermo entre ellos, excepto cuando desobedecieron al Señor, y Dios envió
enfermedades en medio de ellos. Dios les había dado el Pan de los poderosos,
una comida que les hacía extremadamente dependientes de Dios, porque quería
demostrar en sus vidas y en los viajes por el desierto, el hecho de que Él era
el Dios del suministro y de la
provisión.
(9)
El Maná
les dejaba muchos deseos sin satisfacer
Esta fue exclusivamente la razón
del apuro de ellos: “Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con
Maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte
saber que no sólo de pan vivirá el hombre mas de todo lo que sale de la boca de
Jehová vivirá el hombre.” (Deut. 8:3). ¡Dios los humilló, les hizo pasar
hambre, y les alimentó con Maná! Se cansaron del maná porque no les dejaba
satisfechos. Comían y comían hasta llenarse, pero seguían sintiendo hambre.
Murmuraron diciendo, “Aborrecemos este pan ligero... no hay nada delante de
nuestra vista que este Maná.” Consiguió de ellos lo que ningún alimento moderno
puede hacer: mantenerlos sanos y fuertes, y libres de todo dolor físico,
enfermedad y aflicciones. Pero al dejarles con hambre, lo aborrecieron. Pero
Dios lo había diseñado precisamente con ese propósito. “Te afligió, y te hizo
tener hambre, y te sustentó con Maná... “PARA HACERTE SABER QUE NO SÓLO DE PAN
VIVIRÁ EL HOMBRE, SINO DE TODO LO QUE SALE DE LA BOCA DE
JEHOVÁ” (Deut. 8:3).La lección en el Maná es simplemente esta: que si nuestros
corazones no están centrados en conocer a Dios y en familiarizarnos con Sus
caminos, esta provisión divina que Dios preparó para guiarnos a su corazón, nos
va a dejar vulnerables a los deseos y ansias de nuestros propios corazones
carnales. Si no aprendemos a encontrar nuestro verdadero gozo y deleite en
Dios, vamos a intentar encontrar deleite en nuestros propios caminos carnales.
Esto explica completamente por qué la Iglesia en nuestra generación,
especialmente la Iglesia en áreas de
abundancia, prosperidad y riqueza, ha sido casi completamente cautivada con
deseos, placeres y apetitos carnales—HAN DESCUIDADO O REHUSADO DEJAR QUE EL
MANÁ QUE PRODUCE HAMBRE, LES GUIE AL CORAZON DE DIOS. No pensemos que un
pequeño desvío de las cosas espirituales, una indulgencia un poquito más grande
en placeres carnales, puede de alguna manera aliviar el hambre que Dios puso en
nuestros corazones.
Sólo al beber la bebida espiritual
de Dios, y al alimentarnos del alimento
espiritual de Dios, podremos permanecer espiritualmente vivos y sanos. Dios
permite que el hambre permanezca, para que podamos aprender a apoyarnos
completamente en Dios, y a saber que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.” Solo al festejar continuamente, al
comer continuamente, al digerir continuamente la Verdad, Nuestra hambre será satisfecha. Por eso el
Maná nos deja hambrientos... para que podamos CONTINUAMENTE hacer un festín de la Pan del Cielo.
La purga de nuestros deseos
Hemos pasado mucho tiempo hablando
del Maná porque el pueblo de Dios se dirigía hacia el norte, a Canaán. Hacia el
norte, a áreas de guerra espiritual... Dios tiene que enfatizar que para la
supervivencia, y para la conquista, tenemos que participar de las virtudes de
Su Palabra viva, y vencer los deseos de nuestros propios corazones. Y por eso,
exactamente en este lugar a solo a tres días de camino de Sinaí hacia el norte,
de nuevo Dios enfatiza las virtudes del Maná. Pero ellos dijeron, “Estamos
hartos y cansados del Maná, danos a comer carne.” ¡Dios contestó sus oraciones!
No sólo contestó Él sus oraciones,
sino que en medio de sus ansias carnales, Dios liberó una mayor porción de Su
Espíritu sobre los ancianos de Israel. Surgieron expresiones proféticas de los
ancianos de Israel, mientras que Dios preparaba un festín de codornices para el desobediente pueblo de Dios.
Concretamente, dos hombres, Eldad y Medad, son apartados como benditos del
Señor, con manifestaciones proféticas. “Eldad” significa “Dios ha amado” y
“Medad” significa “amoroso, afectivo”. Ni siquiera asisten a la iglesia para
profetizar, con mucho pesar y desaliento para algunos de los líderes...sino que
profetizan ahí mismo, en el campamento.
Moisés no estaba preocupado por esto: “Ojalá”, dijo, “que todo el pueblo
de Dios fuera profeta, y que Jehová derramara su Espíritu sobre ellos.” Pero lo
que queremos enfatizar es esto: que en medio de un gran avivamiento espiritual
en el campamento de Israel, un avivamiento en el que Dios estaba manifestando
Su amor y Su afecto, y en medio del
cual, el Espíritu de la profecía se derramaba como lluvias copiosas, ahí mismo
Dios estaba respondiendo a las oraciones de un pueblo de mente carnal, un
pueblo que detestaba el Maná, y cuyo corazón estaba completamente enajenado de
Dios. Dios envió las codornices tan abundantemente, que podían cogerlas con
solo alargar un brazo (ni siquiera tenían que agacharse, como cuando recogían
el Maná). Las codornices volaban a la distancia de un brazo, a una altura
aproximada inferior a un metro por encima del suelo, de forma que “el que menos, recogía diez montones”.
(Núm. 11:32). Algunos piensan que esto
era alrededor de 100 ó 110 bushels. ¿Para
qué quería nadie en Israel 110 bushels de codornices? Para contestar a esa
pregunta, déjame que te haga otra pregunta. ¿Qué pretenden hacer muchos con sus
fortunas y patrimonios, sus depósitos, su plata y su oro, en un mundo que está
balanceándose al borde del caos financiero y de la desolación nuclear? Contesta
a esto, y entonces, quizás puedas encontrar la respuesta a la primera pregunta.
Se trata de una locura simplemente inexplicable. ¿Hacia donde estaba Dios
llevando a Su pueblo cuando el pueblo comenzó a moverse en su viaje de tres
días hacia en norte desde el monte santo de Dios? Los guiaba a un “Lugar de
descanso” en el desierto de Parán (Núm. 10:33). Debía haber sido llamado más
bien, “Refugio de Reposo”, “Valle de Contentamiento”, o “Llanos de Refrigerio”.
Pero al ser el pueblo vencido de sus deseos carnales, fueron golpeados con una
plaga, y el nombre del lugar fue llamado
“Kibrot-Hataava”, que
significa “TUMBAS DE LOS CODICIOSOS, SEPULCROS DE LOS DESEOS PROFANOS,
SEPULCROS DE LOS ANHELOS CARNALES. (Núm. 11:33-34).
La causa Raíz de la insatisfacción
No culpes a Dios por tu corazón
quejica y disgustado. No culpes a tu compañero, a tus hijos, a tu trabajo, a tu
jefe. Aprendamos a saber culpar a quien realmente tiene la culpa de todo deseo
impío. Presta atención al comentario de Dios en relación con lo que sucedió
realmente:
“No corrigieron
sus corazones...” (O, “no prepararon sus corazones”), “Su espíritu no fue
constante en Dios...”, “Rehusaron caminar en Su ley...”, “Olvidaron Sus obras,
y las maravillas que Él les había mostrado...”, “Tentaron a Dios...”, “Hablaron
contra Dios; dijeron, ¿Podrá Dios...? ¿Puede Él dar pan? ¿Puede Él proveer
carne?”, “No creyeron a Dios...”, “No confiaron en Su salvación”, “Le adularon
con sus bocas...”, “Le mintieron con sus lenguas...”, “Su corazón no fue recto
para con Él...”, “Tentaron a Dios...”, “Limitaron al Santo de Israel...”,
“Tentaron y provocaron al Altísimo...”
Estos son unos pocos extractos del
Salmo 78, cuya lectura, el Salmista, por inspiración del Espíritu, encomendó al
pueblo de Dios de generación en generación por venir, para que el pueblo de
Dios ¡PUDIERA PONER SU ESPERANZA EN DIOS Y NO OLVIDARA!
Pero lo que queremos enfatizar en
particular en este episodio completo, es el hecho de que DIOS CONTESTÓ LAS
ORACIONES DE ESTA CLASE DE PUEBLO, y TODO ELTIEMPO, SU CORAZÓN ESTA DOLORIDO
POR CAUSA DE SUS CORAZONES DESOBEDIENTES, DESVIADOS. INCLUSO CUANDO SUS
ORACIONES ERAN CONTESTADAS, SE ESTABAN SOMETIENDO A SÍ MISMOS A ENFERMEDADES...
ENFERMEDADES DE LAS QUE DIOS HABÍA PROMETIDO LIBRAR A UN PUEBLO QUE CAMINARÍA
CON ÉL. Nos dice que Dios escuchó su clamor, y les dio lo que pedían, “pero
envió flaqueza a sus alma.” La New
American Standard Version, dice, “Él envió una enfermedad debilitante entre
ellos.”
Me pregunto cuántas personas hay,
cuántos ministerios hay, cuyos huesos espirituales están blanqueando los campos
de Kibrot-Hataava... aunque todo
el tiempo estén diciendo al pueblo de Dios que son ricos, prósperos y felices
de haber hallado el secreto del éxito y de la prosperidad... ¡Y que Dios ha
oído y contestado a sus oraciones de riquezas y de abundancia! Es lo que un
ministro describió como el “juicio silencioso de Dios”. ¡Están ahí, consumiéndose en una enfermedad maligna
sobre los campos de Kibrot-Hataava, y jactándose al mismo tiempo de ser los
hijos del Rey, haciendo un gran festín de las cosas buenas de Canaán!
Mientras se dice, “HOY”, Dios nos
ayude a comer del Maná, y a descubrir las virtudes de ese secreto ingrediente
espiritual que nos hace saber que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda Palabra que sale de la boca de Dios.” Porque para esto precisamente nos
dio Dios el Maná.
¡Adelante hacia Canaán!
Desde Kibrot-Hataava, los hijos de
Israel se desplazaron hacia las fronteras de la tierra de Canaán. Pero antes
del ataque final, tenían que enviar espías desde el desierto de Parán, para
investigar la Tierra....
“Y observad la tierra, como es, y
el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; como es la
tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son
campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o
estéril, si hay en él árboles o no; y esforzaos y tomad del fruto del país; Y
era el tiempo de las primeras uvas. “(Números 13:18-20).
Un informe improductivo
El apóstol Pablo comenta sobre
este episodio en su epístola a los Hebreos, usando la reacción de los espías a
la investigación, como una ilustración de esa tendencia inherente en los
corazones del pueblo de Dios, de no alcanzar el deseo de Dios para ellos.
Ninguno de los doce espías negó la abundante fertilidad de la Tierra de la
Promesa. Su único argumento era que se trataba de una situación que para ellos
era imposible de manejar. Hablar de una herencia celestial con gran elocuencia,
puede levantar un gran entusiasmo entre el pueblo de Dios. Pero Dios dice que
es un “informe improductivo” si no hay
deseo, fe, esperanza, expectativa por ENTRAR Y POSEER LA TIERRA. “Si, todos
nosotros creemos esa verdad, pero sabemos muy bien que no podemos apropiárnosla
AHORA.”
Trataremos un poco con la vida de
Canaán más adelante; pero lo aparente por toda la cristiandad, y especialmente
en el pueblo que profesa tener dones y bendiciones espirituales, es que no
existe ninguna intención en tomar la Tierra, y someterla completamente para
Dios. Se presenta a Canaán, bien como algo a lo que mueres, o algo a donde vas
para conseguirlo; o se minimiza de tal forma que no que hay realmente una
esperanza viva presentada para otra cosa que no sea alguna forma de ampliación
de ciertos dones o bendiciones que ya tenemos. Quizás estarían de acuerdo en hacer
otra excursión a Canaán, para traer unas pocas más granadas y uvas. Puede haber
canciones y sermones escritos sobre el tema. Pero esto no es nada comparado con
lo que Dios tiene preparado para Su
pueblo. Dios quería que Su pueble entrara y HABITARA ALLÍ. Disfrutamos mucho
escuchando sobre dones especiales, visiones y revelaciones relativas al reino
del Espíritu...pero ENTRAR y VIVIR en ese reino, por supuesto, eso queda
totalmente fuera de lugar.
A lo largo de los tiempos ha
habido una tendencia inherente en el pueblo de Dios a retraerse de la plenitud
de la Promesa, en vista de los obstáculos que hay delante de ellos; y para
añadir al problema, siempre hay esos maestros capaces de presentar un “informe malo” con tal convicción, que
el pueblo de Dios está presto a retraerse si no “han corregidos sus corazones”.
De esta forma, el apóstol nos amonesta...
“Temamos, pues, no sea que
permaneciendo aún la promesa de entrar en Su reposo, alguno de vosotros
parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la
buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir
acompañada de fe en los que la oyeron.” (Heb. 4:1-2)
Otros lo traducen como: “No
uniéndonos en la fe con aquellos que lo escucharon”.... siendo el pensamiento
que los que oyeron la Palabra, no tuvieron fe y confianza para UNIRSE a la
Palabra que oyeron... no tuvieron fe y confianza para unirse a Caleb y a Josué,
que sí trajeron un “buen informe.”
El Informe bueno
Dios trae Su Palabra para crear
esta clase de “vínculo” espiritual. Pablo nos dice que las cosas del Espíritu
que Dios nos ha dado gratuitamente, se hablan…
“No con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando
lo espiritual a lo espiritual.” (1ª Cor. 2:13)
Pero otras
traducciones no solo traen el pensamiento de “comparar” una con otra, sino de
“combinar” una cosa con la otra. “Combinando las cosas espirituales con lo
espiritual.” Como pueblo de Dios, nacido de nuevo y regenerado, recibimos un
nuevo Espíritu. Al ser llenos con ese Espíritu, y al beber más y más en ese
Espíritu, nuestra capacidad para recibir y apropiarnos cosas espirituales se hace cada vez mayor.
Cuando Dios envía una Palabra viva
y ungida, la tarea del Espíritu Santo es llevar esa Palabra y unirla al corazón
y a la mente espiritual en nosotros; su tarea es llevar esa entidad que ha
llegado a ser “oída”, hasta hacerla nueva vida; y hacer un depósito que procede
del corazón y de la mente de Dios, dentro del hombre espiritual. El Espíritu
alcanza hasta el corazón de Dios, y toma esa vida espiritual, esa gracia
espiritual, esa virtud espiritual que Dios quiere impartir a los Suyos... y
después lo une a ese corazón espiritual, a esa entidad espiritual que Dios ha
provisto en Su pueblo. Se trata de una constante apropiación de cosas
espirituales en nuestras vidas, al beber de su Espíritu, caminar en Sus
caminos, oír Su voz, obedecer, someterse, ceder... y dejar que Él edifique e
implante en nosotros esos recursos escondidos de gracia y de sabiduría y de
verdad que abundan en el corazón de Dios. Por esta razón el Espíritu de Dios
viene a nuestros corazones para permanecer: “Tomará de lo Mío, y os lo hará
saber.” (Juan 16:14). Sólo habla lo que oye de Dios. Y lo que Él habla, Sus
hijos obedientes están listos para escuchar y obedecer... y esa capacidad
espiritual que Dios ha puesto dentro de nosotros se aferrará a ello, y
alcanzará esa nueva medida del ESPÍRITU que Dios se ha agradado de traer cerca
de nuestros corazones—tan cerca que podemos unirnos a ello, y ello se convierte
en algo NUESTRO. No sólo “unidos a ello” sino unidos al Cristo de quien salió
la Palabra; y así, igualmente, una unión con esos vasos terrenales A TRAVÉS DE
LOS CUALES vino la Palabra.
Sabemos que todo
es nuestro... ahí fuera, “en los lugares celestiales”. “Nuestra vida está
escondida con Cristo en Dios...” Y es ahí donde tenemos que “poner nuestro
afecto”, para que poco a poco, un poquito aquí y otro poquito allí, haya una
apropiación de ello en un pueblo que está siendo unido a Él, lleno de Verdad,
caminando en la Verdad, caminando en la plenitud. “Cuando Él, el Espíritu de
Verdad, venga, El os guiará a toda (la) Verdad...” (Juan 16:13.). Es una obra
constante, pero será completada. Dios lo ha prometido. Nuestro fracaso en este
asunto no hace que Dios cambie Su mente y Su corazón. La Palabra ha salido, el
Espíritu de Verdad ha venido, y no regresará al corazón de Dios hasta que haya
traído plenitud abundante al pueblo de Dios. El Espíritu de Verdad vuelve al
corazón de Dios con Su pueblo fértil, que ha producido un fruto precioso, para
deleitar y regocijar el corazón de Dios.
De esta forma espiamos la tierra;
no para encontrar sermones o para tener algo de lo que hablar. Si es solo para
eso, entonces lo que estaremos trayendo al pueblo de Dios será un INFORME MALO. En lugar de eso, es algo que nos da
seguridad de que es nuestra Tierra, la que Dios nos ha dado, y hacia la cual Él
nos dirige. Al investigarla, esa capacidad espiritual que tenemos de más
ESPÍIRTU, más del ESPÍRITU DE DIOS, también se agranda cuando Dios COMBINA
ESPÍRITU CON ESPÍRITU.
“Porque el
Espíritu todo lo escudriña aún lo profundo de Dios (ó LAS PROFUNDIDADES) de
Dios.” (1ª Cor. 2:10). De hecho, el apóstol no está hablando sobre “cosas” como
tales, sino sobre el mismo corazón de Dios—LAS PROFUNDIADES DE DIOS.
Ahora bien, si el Espíritu está
buscando el corazón de Dios, Él lo hace para UNIR ESPÍRITU CON ESPÍRITU. Está
haciendo esto para que lo que hay en el corazón de Dios pueda unirse a nuestro
espíritu, hasta que en la plenitud de la gran obra de Dios en Su pueblo, SEAMOS
LLENOS DE TODA LA PLENITUD DE DIOS (Efesios 3:19).
Esta clase de enseñanza se
presenta en las iglesias como un INFORME EVIL, FALSA DOCTRINA, etc. En
realidad, son los que dicen que la doctrina de nuestra posición en Cristo Jesús
en los lugares celestiales no se puede conseguir, que Dios considera un INFORME
EVIL. El propósito completo del Evangelio, el propósito completo de la
Redención, es precisamente SALIR de la vieja vida, y ENTRAR en la nueva. “Os he
SACADO para meteros.”
Confrontación y Contienda
Dios quiere ciertamente que Su
pueblo ande en amor, en armonía, en unidad. Pero cuando Dios habla y algunos
dicen SI mientras que otros dicen NO, no hay virtud en pegarte a los que dicen
“NO”, por causa de la UNIDAD. Tan cierto como que hay un pueblo que rehúsa
avanzar con Dios, vamos a tener confrontación y contienda en la congregación de
Su pueblo. ¿Escuchas a Josué y Caleb decir, “De acuerdo, hermanos, no tengamos
división, olvidemos esa tierra lejana, esas cosas tan altas y distantes...
simplemente caminemos juntos aquí, en el desierto de Parán, y esperemos que al
morir, todos vayamos al mismo lugar?”
La Verdad, la Verdad viva, trae
contienda, confrontación, y rebelión: unos diciendo, “No podemos entrar. Es
demandar demasiado de nuestros hijos.”; otros diciendo, “Podemos... porque Dios
se agrada de nosotros, y podemos tomar la tierra.” La parte que dijo, “No
podemos entrar”, es la que gana.
Dios los devolvió
al desierto para vagar otros 38 años hasta que la generación mayor,
representada por los diez espías, hubiera perecido completamente en el
desierto.
Dios estaba preparado para
destruir a toda la nación, y si lo hubiera hecho así, no habría abrogado Su
promesa. Él había prometido a Moisés que Él cumpliría la promesa en la propia
familia de Moisés, convirtiéndola en una generación más grande y poderosa que
incluso la generación que él estaba
intentando introducir en la Tierra.
Pero Moisés no era un oportunista.
Tenía un genuino corazón sacerdotal y advirtió a Dios literalmente que si Él
llegara a tomar una acción tan drástica como esa, terminaría con muy mala fama,
y sus enemigos, que habían escuchado de su fama, se burlarían y dirían, “ Por
cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había
jurado, los mató en el desierto.” (Núm. 14:16).
Dios nos guarde de todo
“oportunismo”. Si pareciera que Dios nos estuviera guiando hacia alguna clase
de favor especial con Él o con el pueblo de Dios, que Dios escudriñe nuestros
corazones, no sean que inconscientemente empecemos a deleitarnos en la caída de
otros, y a aprovecharnos de su caída para nuestro propio engrandecimiento.
Incluso puede que el Señor nos esté guiando en esa dirección. Podría tratarse
de una prueba muy severa a la que el Señor nos estuviera sometiendo.
Que Dios escudriñe nuestros
corazones no sea que seamos engañados por nuestros corazones ambiciosos, y
después pretendamos dar a Dios la gloria por nuestra falta de misericordia y
nuestra falta de carácter sacerdotal y de preocupación por Su pueblo. Moisés
dijo, “Perdona, ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza
de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.
Entonces Jehová dijo, Yo lo he perdonado conforme a tu dicho.” (Números 14:19-20).
Pero Dios dijo algo más muy
significativo; porque Dios es un Dios justo y no hace acepción de personas o
naciones. Si va a perdonar a un pueblo tan inmerecedor como a esta generación
perversa, entonces declara....
“PERO TAN CIERTAMENTE
COMO VIVO YO, Y MI GLORIA LLENA TODA LA TIERRA” (Núm. 14:21).
Dios todavía ha de levantarse y
juzgar al mundo entero por su iniquidad. Pero a la vista del hecho de que ha
sido tan paciente, tan lleno de gracia y de longanimidad con Su pueblo, en las
así llamadas naciones “cristianizadas”, ¡ESTA ES LA GARANTÍA DE QUE ÉL LLENARÁ
TODA LA TIERRA DE SU GLORIA! Siempre que Dios siga extendiendo gracia y
misericordia hacia un pueblo desobediente que se llama por Su Nombre, el Dios
justo jura con juramento: “¡COMO YO VIVO, TODA LA TIERRA SERÁ LLENA DE LA
GLORIA DE JEHOVÁ!” Sus justos juicios lo demandan. No es que las otras naciones
de la tierra lo merezcan. Pero cuando aquellos que estaban invitados a la fiesta de bodas de Su Hijo rechazaron la invitación (como
hace hoy el pueblo de la iglesia), el Maestro dijo, “Ve por los caminos y por
los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene Mi casa.”
En este día y hora en que se
rechaza abiertamente el llamado a venir a una unión total y permanente con Su
Hijo, podemos esperar que Dios comience a alcanzar y a abrazar a los pobres, a
los necesitados, a los despreciados y rechazados en nuestra tierra... y
especialmente en esas naciones de la
tierra que no han conocido un gran impacto del Evangelio de Jesucristo en el
pasado. Los justos juicios de Dios demandan que esto sea así.
Fe ó Presunción
Este asunto de caminar por la fe
ha sido tremendamente mal interpretado por el pueblo de Dios. Los hijos de
Israel habían recibido un claro llamamiento de Dios para ir a la tierra de la
Promesa y poseerla. Por temor e incredulidad, rechazaron la Palabra del Señor y
la ira de Dios se encendió contra ellos. PERO UN DÍA DESPUÉS, el pueblo decidía
que se habían equivocado y apresuradamente movilizaban a sus fuerzas contra el
enemigo. Moisés les dijo, “No lo hagáis...Dios no está con vosotros.” Ellos
dijeron, “Sí, estábamos equivocados... saldremos y lucharemos contra nuestros
enemigos.” Pero al salir contra el enemigo, trazaron el itinerario de la
batalla y fueron derrotados absolutamente. Podríamos preguntar, ¿Por qué? La
respuesta es clara. Dios no estaba hablando en ese día, como en día anterior.
Su “HOY” de la promesa de Dios, ahora era un “ayer”. No hay un mañana para los
que rechazan el llamado de Dios hoy. Por eso el apóstol. Nos advierte que
prestemos atención a la Palabra de Dios, “EN TANTO SE DICE, “HOY”. No sabemos cuánto tiempo pasará; pero en
vano trataremos de ganar nuestras batallas con la fe de ayer. “Pero SE
OBSTINARON en subir al monte; pero el
arca del pacto de JEHOVÁ, y Moisés no se apartaron de en medio del
campamento.” (Núm. 14:44). Hay tanto pueblo de Dios que ha pervertido la idea
de caminar por la fe. Cualquier cosa que quieran hacer... cuando quieran
hacerlo... se animan, y van, y lo hacen “por la fe”. La FE actúa sobre LA
VOLUNTAD REVELADA DE DIOS. Habla sobre los héroes de la fe todo lo que
quieras... examina las Escrituras y descubrirás que invariablemente, los héroes
de la fe son los que caminaron en la REVELACIÓN DE LA VOLUNTAD DE DIOS. No era
simplemente una noción de Abraham, que quizás tuviera que mudarse de Ur de Los
Caldeos, “por la fe”. Dios le dijo que lo hiciera. No fue una simple buena idea
de Noé, que a vista de la terrible iniquidad de los hombres, preparara un arca
para cubrirlos de la ira de Dios. Dios le dijo que lo hiciera. No fue simplemente el celo y el entusiasmo
de Moisés lo que le llevó a sacar al pueblo de Israel de Egipto y cruzar el Mar
Rojo. Dios le dijo que lo hiciera. Y
por tanto, lo hizo “por la fe”. Al “caminar por fe”, pudo conocer y comprender
la voluntad de Dios y el deseo de Dios para Su pueblo. Actuó conforme a la
voluntad revelada de Dios. Hoy día, un “caminar por fe” se considera lo que
haces cuando dejas tu trabajo, y te lanzas “al ministerio” sin un apoyo garantizado.
Entonces, ¿Estamos los demás caminando en incredulidad? Puede ser un paso de fe
si dejas tu trabajo y sigues adelante, si es que Dios quería que hicieses eso.
Pero si no es así, entonces es mera presunción. Si Dios quiere que te
involucres en una ocupación servil, debes permanecer en tu puesto de deber, si
de verdad quieres “vivir por la fe”. La verdadera fe viene de tal relación con
Dios, que simplemente lo sabes, estas convencido, que Dios quiere que hagas
eso. EL conocimiento de Su voluntad puede que llegue repentinamente, o
dramáticamente, o puede que venga después de mucha búsqueda y examen personal.
Quizá tengamos que aprender de errores pasados y de experiencias de fracaso
pasadas. Pero el conocimiento de Su voluntad, y de Su tiempo, son pre-requisitos
para un genuino CAMINAR POR FE.
“La fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”: (Rom. 10:17). No
es algo que tú puedas fabricar en cualquier momento en que te sientas guiado a
involucrarte en algún proyecto digno. “Viene” al esperar en Dios, y hallar
dirección de Él. Es el principio de Cades-Barnea, el que el pueblo de Dios tuvo
que aprender por las malas:
“Si oyereis HOY Su voz,
No endurezcáis vuestros
corazones...”
(Heb. 3:15)
Sus “días de HOY” pueden alargarse
durante muchos días, pero no tenemos ninguna garantía de eso. Si rehusamos Su voz HOY, no tenemos ninguna
seguridad de escuchar Su voz mañana.
La Promesa a la Nueva Generación
Dios prometió con juramento que
los hijos, cuyos padres temían que se convirtieran en presa en tierra extraña y
difícil, serían los que entrarían y poseerían la tierra. Dios dijo: “¿Vais a
desobedecerme porque tenéis miedo por vuestros hijos? Juro por Mí mismo que
meteré a vuestros hijos y vosotros moriréis en el desierto...” Seríamos más honestos si dijéramos al Señor:
“Señor, Sé que Tú quieres esto, pero rehúso obedecer”, en lugar de adular a
Dios y decirle, “Señor, Tú sabes que me gustaría hacer lo que Tú dices, pero
Señor... ¿Qué dirá mi esposa? ¿Qué dirán mis hijos? Realmente estoy preocupado
por ellos....”
Cuando Dios llama a un acto de
obediencia, no hay excusa válida para la desobediencia, a la vista de Dios.
Saúl se excusaría porque el pueblo ponía presión sobre él. Eso puede haber sido
cierto. Pero él conocía la voluntad de Dios en el asunto, y sufrió la pérdida
de su reino por su acto de desobediencia.
Israel fue condenado a caminar
cuarenta años en el desierto sin ninguna esperanza de entrar en la Tierra de la
Promesa. Pero este decreto de juicio y este estado de desesperanza, era una promesa
de protección y vigilancia para la nueva generación. Para la nueva generación,
el resto del viaje sería una PREPARACIÓN para entrar en la tierra, y Dios sería su Guía todo el
trayecto:
“Y recordarás todo el camino por
el que el Señor te guió estos cuarenta años en el desierto, para humillarte,
para probarte, para saber lo que había en tu corazón...” (Deut. 8:2).
La Rebelión contra la Autoridad
Se acerca el tiempo en que Dios
comenzará a vindicar a aquellos que tienen Su Palabra y Su autoridad, y a
revelar a los que están actuando y ministrando en presunción. Este conflicto
persistente respecto de quién está en lo cierto, y quién está equivocado, se va
a terminar. Dios mismo, con Su propia gloria y Su presencia, vindicará a los
que tienen Su palabra. Doscientos cincuenta hombres de la casa de Coré, Datan y
Abiram, se reunieron en la puerta del Tabernáculo, agitando sus incensarios; y
Dios dijo a Moisés que Él iba a hacer algo nuevo, algo diferente. La tierra
misma abriría sus fauces y consumiría a los rebeldes. Moisés ordenó al pueblo
de Dios que se apartara de las tiendas de Coré, Datan, y Abiram, no fuera que
perecieran con ellos. De repente, la tierra abrió su boca y tragó vivos a todos
los que pertenecían a las casas de estos rebeldes; “Y descendieron vivos al Seol, y los cubrió la
tierra.” (Núm 16:33). Esta fue una de las más calamitosas formas de juicio
sobre el pueblo de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento; y todo sucedió
por causa de la presencia permanente de la Gloria del Señor en medio de Su
pueblo. Comprendamos completamente las implicaciones de la esperanza y el deseo
que tenemos de ver regresar la gloria de Dios a Su templo. En ese día, grandes
y terribles serán Sus juicios sobre el pueblo de Dios que esté andando en
rebelión. Dios va a poner fin a la contienda de lenguas, y al clamor de los
apóstoles y profetas en busca de un lugar de preeminencia. Él va a zanjar el
asunto... no mediante el debate y la confrontación, SINO POR EL FUEGO DE SU
PRESENCIA. Como Moisés y Aarón, los verdaderos sacerdotes de Dios clamarán a
Dios en ese día para que muestre misericordia, y acorte Sus juicios. Todo
argumento de peso sobre el significado de la Escritura, será en vano. Pero por
la Gloria de Su Presencia, y el Fuego de Su Palabra, el Señor mismo declarará
Su verdad y dará a conocer en medio de Su pueblo, quienes son los que tienen Su
Palabra viva permaneciendo en ellos.
La vara de Aarón
¿Cómo zanjó Moisés todo este
argumento? Ordenó que cada tribu en Israel presentara sus varas delante del
SEÑOR, y que las pusieran en el Tabernáculo durante la noche. Por la mañana,
Moisés trajo las varas del Lugar Santísimo, y dio a cada hombre su vara. No
había cambio en las once varas, pero la doceava, la vara de Leví (que tenían el
nombre de Aarón), había sido vindicada en el poder de la vida de resurrección.
En solo una noche no solo reverdeció y floreció, sino que produjo almendras
maduras. Por supuesto, esto ya había sucedido en nuestro Señor Jesús. Pero
la “Vara de Aarón” va a reverdecer de
nuevo en las vidas de Sus escogidos; y esto va a poner fin al conflicto que ha
surgido a través de los siglos respecto de quién está en lo correcto y quién
está equivocado. SOLO EL SEÑOR
JESUCRISTO ESTÁ EN LO CORRECTO; el
“poder de Su resurrección” obrando en los suyos, los vindicará ante los
ojos de Dios y del hombre. Reunirnos de alguna manera ecuménica, intentando
llegar a un consenso—cediendo un poquito aquí y otro poquito allí por causa de
la unidad—no tendrá lugar en aquel día. Solo el camino de Dios es el CORRECTO,
y Él no va alterar Su Palabra, Su Verdad, Su Camino, por causa de la “unidad”.
El pueblo de Dios que ha conocido el Camino de la Cruz, el Camino de la
humillación y del sufrimiento y que han seguido por Su camino, no buscando su
gloria, sino la gloria de Aquel que les envió....Dios va a revelar en ellos el
PODER DE SU RESURRECCIÓN. Y cuando hablen, todos los hombres sabrán: Esta es la
Palabra del SEÑOR.
Capítulo 6 – El desierto de Zin
CAPÍTULO 6 – EL DESIERTO DE ZIN
“Tragedia y Triunfo”
“Llegaron los Hijos de Israel,
toda la congregación al desierto de Zin en el mes primero y acampó el pueblo en
Cades...” (Núm. 20:1).
Dios había planeado que los hijos
de Israel pasaran aproximadamente un año en Sinaí, para aprender Sus leyes y
juicios, edificar el Tabernáculo, y después proceder hacia el norte, a Canaán.
Moisés nos dice que solo era “un viaje de once días” desde Horeb a Cades...
pero anduvieron errantes en esta zona durante otros 38 años hasta que la vieja
generación fue consumida.
Muchos preguntan, “¿Cuánto tiempo
nos llevará entrar en la plenitud del reposo de Dios?” En muchos aspectos,
somos tú y yo los principales culpables de prolongar nuestro viaje del
desierto. Dios dijo,
“¡Oh, si Me hubiera oído Mi
pueblo!
¡Si en mis caminos hubiera andado
Israel!
En un momento habría Yo derribado
a sus enemigos,
Y vuelto Mi mano contra sus
adversarios.”
(Salmos 81:13-14)
Por otro lado, es cierto que
nosotros, en esta generación de la Iglesia, estamos sufriendo las consecuencias
de los pecados de generaciones antiguas; como Caleb y Josué tuvieron que
aguantar otros 38 años en el desierto por causa de los pecados de la vieja
generación. Pero lo que Dios había decretado como un juicio sobre la generación
antigua, se convirtió en PREPARACIÓN para la nueva. Animémonos en esto. Incluso
en medio de este grande y terrible desierto, Dios está PREPARANDO a una nueva
generación para tomar la Tierra.
Reconocemos que hay una
apropiación muy individual y personal de la Vida de Canaán, y no queremos
menospreciarlo. Pero lo que Dios está a punto de hacer en la tierra es tan
grande, tan poderoso, tan terrible, tan asombroso, que posiblemente ningún
individuo podría apropiárselo en toda su plenitud. Caleb y Josué tienen que
esperar hasta que la nueva generación sea entrenada y disciplinada por el
Señor, antes que ellos mismos pudieran entrar. Mientras tanto, podían caminar
ante el Señor en fe, esperanza y expectación. Pero la vida de Canaán en su
plenitud es para un pueblo colectivo. Simplemente es demasiado grande para que
ningún individuo pueda apropiársela o aprehenderla a solas.
“A fin de que arraigados y
cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
(o mejor, “aprehender”), cual sea la
anchura, la longitud, y la profundidad, y la altura, y de conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis LLENOS DE (o
“PARA”) TODA LA PLENITUD DE DIOS”. (Efesios 3:17-19).
El viejo camino y el nuevo
Como hemos enfatizado en otros
escritos previos (Tarde y Mañana), cuando el fracaso humano estorba o
impide los propósitos de Dios, y Dios entra en escena para remediar la
situación y traer al pueblo de vuelta a Sí mismo... ÉL COMIENZA UN NUEVO
CAMINO, Y UN NUEVO ORDEN. Si entendemos este principio, nos ahorraremos muchas
frustraciones, que de otro modo tendremos que sufrir, al pretender reedificar
el orden de un día pasado. Dios no se repite a Sí mismo, obrando de la misma
manera como obró la primera vez. Cuando el hombre falla, Él no lo “intenta una
vez más”. La siguiente vez es completamente diferente, siempre un orden más
alto, siempre un nuevo camino. Tenemos que saber esto si vamos a ser librados
de la frustración y del sentido de futilidad que tantas veces hemos
experimentado cuando hemos tratado de convencer a Dios, que venga y “lo haga de
esta manera” por que así es como lo hizo antes. Sé que Dios es para siempre “el
Mismo”, y porque es EL MISMO, siempre hace las cosas muy diferentes la segunda
vez. Porque es EL MISMO, seguirá haciendo
“cosas nuevas” en medio del fracaso humano. Porque es EL MISMO, cuando el
hombre falle, Él rectificará la situación a través de sus juicios justos, y
hará algo mayor que lo que el hombre ha echado a perder. Porque es EL MISMO,
todo el tiempo irá hacia delante, y cada vez más alto, avanzando cada vez más
con Su pueblo hacia nuevas áreas de revelación y de Verdad.
Esta enseñanza es ciertamente
molesta a la mente teológica, porque coloca al hombre en una posición en la que
no puede, incluso con todo su conocimiento de la Escritura o de la historia,
surgir con un nuevo plan para el avivamiento o con un plan para el avance del
Reino de Dios en la tierra, todo ello desde su almacén de conocimiento
acumulado de los avivamientos del pasado y de los tratos pasados de Dios con Su
pueblo.
Puesto que Dios es para siempre EL
MISMO y no cambia, siempre busca para Sí mismo a un pueblo que esté dedicado,
consagrado, humilde, bajo y obediente a Su voluntad. Pero porque es EL MISMO,
cuando haya encontrado a ese pueblo, y lo haya preparado, hará una “cosa nueva”
en la tierra, y lo viejo se verá como el campo de semillas y el camino de
preparación para la cosa nueva que Dios tiene en Su mente.
Esto es nada menos que la
operación de una Ley Divina—LA LEY DEL ESPÍRITU DE VIDA EN CRISTO JESÚS. No hay
forma de que el hombre pueda surgir con métodos y procedimientos que lo den a
luz o lo controlen. Deja al hombre completamente desesperado y desvalido en sí
mismo, sin ningún otro recurso que hallarse a sí mismo siendo llevado, siendo
movido y motivado por el Espíritu de Dios.... que como el viento, PUEDES OIR
CUANDO HABLA, PERO NO PUEDES SABER NI DE DONDE VIENE NI A DONDE VA. El Espíritu
de Dios sopla suavemente desde el corazón de Dios y ningún hombre puede
predeterminar el curso del Espíritu ni estructurar o moldear la sustancia que
Dios va a dar a luz. El hombre ha intentado y seguirá intentando, reproducir
algo que Dios hizo en el pasado... pero su fracaso está garantizado, como
siempre ha fracasado anteriormente. Cada vez que Dios se mueve de forma fresca
en la tierra, Él produce una COSA NUEVA, y así, coge al hombre por sorpresa.
“He aquí,
Yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿No la conoceréis? Otra vez abriré
camino en el desierto y ríos en la soledad”
(saías 43:19)
Deje el hombre sus esfuerzos por estructurar y formar un
plan e intentar dar a luz la Iglesia del Nuevo Testamento, o la Iglesia
gloriosa de la que Pablo habló... eso estaría destinado al más absoluto
fracaso. Pero Dios lo va a hacer a través de un pueblo humilde... un pueblo que
está condicionado a escuchar lo que el Espíritu está diciendo, y que
simplemente se va a mover con Su Viento, que sopla por donde quiere. ¿Qué pasa
con las Escrituras? ¿Qué pasa con la Palabra? No necesitamos tener miedo de no
sujetarnos a las Escrituras, si el Espíritu Santo está en control. Él es el
Espíritu de Verdad. Él conoce las Escrituras... porque Él es quién inspiró a
Sus santos apóstoles y profetas para que escribieran las Escrituras. Cuando
habla, no habla “de Sí Mismo”, como hace el hombre, sólo habla lo que Él oye
del corazón de Dios, que es la Fuente y el Autor de las Sagradas Escrituras.
Lo único que el hombre puede hacer es poner parches sobre lo
viejo, porque él es de la vieja creación y no conoce al Espíritu de la Nueva
creación. Pero Dios esta presto para descartar los antiguo, porque hay cosas
nuevas en Su corazón que están estallando para brotar... y el fracaso humano es
un desafío a que Su corazón intervenga y juzgue y anule el antiguo orden, para
preparar el terreno para la siembra de una nueva semilla. Él no se pone a
remendar lo antiguo, ni tampoco ayuda al hombre a hacerlo. Observemos este
principio en unos pocos ejemplos de la Escritura:
(1) Los viejos odres y los nuevos
“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres, y se derramará, y los odres se perderán” (Lucas 5:37).
Los que pensáis que Dios os dio su Espíritu Santo para haceros mejores bautistas, mejores presbiterianos, mejores episcopales, mejores católicos...un algo mejor en referencia a cualquier cosa del pasado... ¡Preparad vuestros corazones para el estallido de los odres! Dios dio su Espíritu para llevarte mucho, mucho mucho más adelante, en reinos de la vida de la Nueva Creación.... pero no para perpetuar algo de lo antiguo.
(2) La vieja vasija y la nueva
“Y la vasija de
barro que Él había hecho se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra
vasija, según le pareció mejor hacerla.” (Jer. 18:4)
Dios simplemente rehúsa poner
remiendos a una vasija “echada a perder”. Él simplemente la deshace en Su mano,
y comienza de nuevo. Usa el mismo barro, pero la vasija es completamente nueva,
hecha a partir de Sus propias manos creativas.
(3)
El viejo
hombre y el nuevo
El primer Adán no era el ser
celestial exaltado que algunos le han hecho ser. Era solo un tipo, o una
sombra, o “una figura del que había de
venir.” (Rom. 5:14). Era “ de la tierra, terrenal”. Ahora bien, nuestro Señor
Jesús vino del campo de semillas de lo antiguo, pero Él era la verdadera perfecta
imagen de Dios, el hombre “celestial”, el “Señor del Cielo”, la Luz y la Gloria
de Dios.
(4)
Las
primeras y las segundas tablas de la Ley
Las primeras tablas, escritas con
el dedo de Dios, fueron rotas por el dador de la ley, cuando bajaba del Monte y
vio la idolatría del pueblo de Dios. Las segundas tablas de la Ley, fueron
también escritas con el dedo de Dios, pero fueron traídas desde el Monte para
ser puestas dentro del Arca del Pacto. El hombre no podía entrometerse en las
segundas tablas. Por supuesto, esto nos describe la naturaleza de los dos
pactos...
(5)
El Primer
Pacto y el Segundo
Cuando Dios habla de un Nuevo Pacto, obviamente implica que el primero queda
obsoleto: “Al decir, Nuevo Pacto, ha dado por viejo al
Primero” (Heb. 8:13). La razón por la que Dios deshizo lo antiguo es el fracaso
humano. “Porque ellos no permanecieron en Mi pacto.....” (Heb. 8:9). Por tanto,
el Nuevo Pacto no podía ser cumplido por el hombre, sino que sería escrito en
las tablas de carne del corazón”, capacitándole para hacer lo que la Ley no
podía hacer para amar a Dios con todo el corazón, mente, alma y fuerzas.
(6)
El Primer
Tabernáculo y el segundo
El Primer Tabernáculo, erigido en
el desierto al pie del Monte Sinaí, era un patrón y tipo de realidades
celestiales. Pero el segundo tabernáculo
era el “mejor y más perfecto tabernáculo, no de esta creación... ” (Heb.
9:11). Ha habido muchos tabernáculos y templos en la historia de Israel. Cuando
el fracaso humano llevaba a la ruina a todo lo anterior, la intervención Divina
producía algo nuevo. Pero jamás Dios ordenaba la reconstrucción de lo antiguo,
a imagen exacta de lo anterior (tratado en el escrito “De la Tienda al
Templo”). Si entendiéramos estos principios, abandonaríamos esas nociones
de Dios restaurando a la iglesia a su semejanza apostólica temprana... o sobre
la reedificación de un templo en la vieja Jerusalén. Cuando lo primero se
envejece, Pablo dice, “está próximo a
desaparecer.” (Heb. 8:13)
(7)
La Roca,
primero golpeada, después hablada
Cuando el pueblo de Dios vino a
Horeb, estaban muriendo de sed y Dios le dijo a Moisés que se pusiera junto a
una cierta roca y que la golpeara con su vara. Al hacerlo, las aguas brotaron
de Horeb, que significa “lugar seco, sequedal”.Las aguas brotaron por la
montaña como una corriente de agua pura y refrescante. Pablo nos dice que la
Roca era Cristo, golpeado para que nosotros pudiéramos participar del agua pura de Vida (1ª Cor. 10:4).
Pero en una segunda ocasión,
cuando necesitaron agua, Dios le dijo a Moisés que “hablara a la Peña”, y que
enviaría su agua (Números 20:8). Puesto que Cristo, ya había sido golpeado una
vez, no había de ser golpeado de nuevo. A partir de entonces caminamos en
obediencia y hablamos a la Roca. Moisés descubrió que el método antiguo
aparentaba haber funcionado, porque golpeó la Roca dos voces, y el agua brotó.
Algunas veces podemos pensar que los viejos métodos pueden repetirse una y otra
vez, y los resultados parecen probarlo. Pero la desobediencia trae juicio,
incluso aunque la respuesta inmediata del Señor pueda indicar Su bendición. No
olvidemos eso. Por causa de este error por parte de Moisés, no pudo entrar en
la Tierra de la Promesa.
(8)
El primer
ataque en Ai, y el Segundo
Cuando Josué comenzó la conquista
de Canaán, tomó a Jericó y después procedió a la tarea mucho más fácil de tomar
Ai. Pero el pueblo de Dios estaba totalmente derrotado y perdido. Josué buscó
al Señor muy en serio y Dios le reveló que había pecado en el campamento. Uno
en medio de ellos había tomado del “anatema” durante la conquista de Jericó, y
la había escondido en su tienda. Acán, el culpable, fue capturado y lapidado
hasta la muerte en el Valle de Acor, y sólo después aseguraron su victoria.
Pero Dios no autorizó un ataque
frontal a gran escala contra Ai, como Josué había intentando en un principio.
Si hay fracaso humano e intervención divina, siempre hay un NUEVO CAMINO. Sus
fracasos pasados serían ahora entretejidos con el NUEVO CAMINO de Dios, por
causa del verdadero arrepentimiento. Así, Josué y sus hombres pretendieron la
derrota, huyeron del enemigo como la primera vez, y los sacaron de la ciudad.
Entonces Josué levantó su lanza y la emboscada que estaba escondida detrás de
la ciudad, se levantó, entró en la ciudad, y le prendió fuego. Josué y sus
hombres se volvieron contra sus enemigos y les atraparon y destruyeron
absolutamente (Lee Josué 8:1-29).
Que Dios no ayude a entender, que
con todo lo derrotados que hayamos podido estar en el pasado, al librarnos del
“anatema” en medio de nosotros, Él puede transformar nuestras derrotas en
victorias. Y aún más que eso: después de que haya habido verdadero
arrepentimiento y de que Dios nos haya hecho abandonar los ídolos del corazón,
NUESTRAS DERROTAS PASADAS Y NUESTRAS FALTAS PUEDEN CONVERTIRSE EN ESCALONES
HACIA LA VICTORIA Y EL CRECIMIENTO. La misma manera en que los hombres de
Israel fueron derrotados y tumbados, SE CONVIRTIÓ EN EL PATRÓN DE LA VICTORIA
cuando Dios transformó la maldición en bendición y dio “óleo en lugar de
ceniza”. Mientras el enemigo se relamía al ver a los hombres de Israel huir de
la batalla como al principio, Dios estaba de hecho usando una estrategia para
atrapar al enemigo para su propia destrucción.
Muchas veces en
nuestro caminar con Dios, y en la guerra espiritual, podemos ofrecer una imagen
de derrota al mundo que nos rodea o a la Iglesia. Tan solo tenemos que
reconocer eso y llevar este vituperio. No estamos realmente derrotados... solo
estamos proyectando esa imagen con el propósito de Dios de derrotar
eventualmente al Enemigo:
“Que estamos atribulados en todo,
más no angustiados; en apuros, más no desesperados; perseguidos, más no
desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por
todas partes la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste
en nuestros cuerpos.” (2ª Cor. 4:8-10).
Sabiendo que nos encontramos en el
camino de la victoria... Sabiendo que estamos metiendo al enemigo en una
trampa... Llevamos el vituperio de todo
ello. Sabemos que Dios nos ha dirigido por este camino. Sabemos simplemente que
siempre “estamos entregados a muerte
por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros
cuerpos.” (2ª Cor. 4:11).
(9)
El primer
llamado de Jonás, y el segundo llamado
Por supuesto,
puede parecer que Jonás fracasó la primera vez, y de esta forma, ahora Dios
solo le estaba dando otra oportunidad. Damos gracias a Dios por la segunda, o
la tercera oportunidad... y por su extrema fidelidad en nuestro tiempo de
fracaso. Pero hay más en la historia de Jonás que todo eso. Y también hay más
que todo eso en nuestros muchos fracasos.
DESPUÉS DEL ARREPENTIMIENTO,
DESPUÉS DE DESARRAIGAR LOS ÍDOLOS DEL CORAZÓN... ¡LA INTERVENCIÓN DE DIOS EN NUESTRAS VIDAS PRODUCE TAL OPERACIÓN
DE LA GRACIA QUE EL FRACASO MISMO SE ENTRELAZA CON SUS PROPÓSITOS, Y MAYOR ES
LA GLORIA QUE SURGE DE TODO ELLO!
Imaginemos a Jonás caminando por
las calles de este pueblo endurecido por el pecado y clamando, “ ¡De aquí a cuarenta días Nínive será
destruida!” Me pregunto si
habría habido algún cambio; Y Dios habría tenido que destruir la ciudad. Pero
la segunda vez fue bastante diferente.
He aquí un hombre que se había
convertido en una señal a los habitantes malvados de Nínive. Había sido juzgado
severamente por el SEÑOR. Había conocido las agonías del Seol al clamar al
Señor desde el vientre de la ballena. No fue a Nínive obrando unas pocas
señales y prodigios con el fin de lograr que creyeran. Él mismo se convirtió en
un TESTIMONIO VIVIENTE, UNA SEÑAL VIVA
DE QUE DIOS ES UN DIOS DE JUICIO, UN DIOS QUE DEMANDA OBEDIENCIA DE UN PUEBLO QUE ÉL HA CREADO, Y DE QUE ÉL ES UN DIOS
DE VIDA DE RESURRECCIÓN.
Amados, vamos a ver escenas de
arrepentimiento como estas cuando los profetas de Dios sean “entregados a la
muerte”, y se conviertan en los vasos de verdad devastados, rotos y humildes,
que Dios ha querido que sean.
(10) Primero
la Puerta frontal a Canaán; Después, la Puerta trasera
La primera generación tenía que
haber tomado el camino más fácil, el más directo hacia Canaán, por la puerta
frontal. Pero la primera generación falló a Dios, y una nueva generación que no
fracasaría entraba en escena. No porque fueran mejor sino porque Dios había
jurado con juramento que ellos tomarían la Tierra. Con la primera generación
Dios había planeado un ataque frontal contra sus enemigos desde Cades; pero la
segunda generación andaría errante por el desierto de Zin durante
aproximadamente 38 años, y después daría una vuelta hasta Canaán por la puerta
trasera. Era un camino más complicado, una ruta más difícil. Y como
descubriremos, Dios añadió deliberadamente a sus dificultades, para producir
una mayor gloria a Su Nombre. Dios no se arrepiente; y vano es nuestro intento
de tomar los libros de historia y usarlos como un mapa para conquistas futuras
en el Señor. Cierto, miramos a la historia para aprender los caminos de Dios,
para conocer la fidelidad de Dios y para aprender de los errores y faltas de
nuestros padres. Pero no podemos tomar la “historia” como una pista para
conquistas futuras. Al proseguir en nuestro conocimiento de Sus caminos, vamos
a descubrir que este camino siempre atraviesa un desierto que no figura en
ningún mapa, siempre atraviesa aguas tempestuosas, siempre por caminos que son
tan extraños y perplejos que demandarán una gran dedicación y entrega, un
examen personal y un clamar a Dios en busca de dirección clara y de guía. No
podemos andar por ahí, tratando de descubrir el camino entre las aguas
tempestuosas, porque cuando las aguas hayan vuelto a su curso, el camino ya no
se verá. El camino del desierto por el que los hombres han caminado en el
pasado está ahora cubierto, de manera que no puede ser visto con el ojo
natural. Dios lo ha planeado así para que en nuestro caminar con Él, podamos
aprender fe, obediencia, sometimiento, dedicación, humildad, quebranto, y así,
estar PREPARADOS para el nuevo Camino por el que Él nos lleva hoy. Y esto significa por necesidad, abandonar
nuestros bien intencionados planes de re-establecer una “Iglesia” conforme a
alguna pista que pensamos que hemos descubierto en la Palabra. Que en su lugar,
dejemos que la Palabra nos rompa, nos humille, nos dirija, nos guíe, nos
discipline y nos produzca hambre de Dios (como hizo el maná a los hijos de
Israel) para que podamos conocer el camino por el que hemos de caminar en esta
hora.
Para la Segunda Generación hay un
Segundo Camino que lleva a Canaán. Es una ruta mucho más difícil; y cuando
estén a punto de entrar en la Tierra, se enfrentarán a un obstáculo mucho
mayor: ciudades fortificadas, enemigos poderosos, baluartes... para estorbar o
frustrar el ataque del pueblo de Dios. Pero una vez más hay una intervención
Divina. Fue el juramento de Dios lo que garantizó su éxito. Y junto con el
juramento, habría más gracia y más poder para producir una gloria mayor al Dios
de Israel. Cuando la primera generación falló a Dios, Él ordenó: “Pero
vosotros, volveos e id al desierto, camino
del Mar Rojo”: (Deut. 1:40) (Se trataba del brazo este del Mar Rojo, no
el que habían atravesado después de salir de Egipto). Aquí anduvieron errantes
durante otros 38 años. Parecían haber hecho un círculo completo en sus viajes,
regresando prácticamente al mismo sitio del que habían salido en Ezión-geber
(lee Deut. 2:8) Treinta y ocho años de andar errantes para la vieja generación,
pero 38 años de preparación para la nueva.
Puede ser horriblemente
descorazonador descubrir después de muchos años de frustración y futilidad, que
nos encontramos de nuevo donde nos encontrábamos muchos años antes. Con
frecuencia parece que es así. Pero los círculos de los propósitos de Dios no
son en vano. El sol sale... y se
pone... y vuelve a salir. Es una mera repetición. Dios está haciendo algo nuevo
en cada tiempo. Y Dios estaba guiando a la NUEVA generación, a la par que
juzgaba a la antigua. Sus dificultades y sus pruebas aumentarían. Pero también
aumentaría la fidelidad de Dios y Su gracia. Dios había jurado que los
introduciría en la Tierra. Y así lo hizo.
Capítulo 7 - Los conflictos de La
Nueva Generación
Capítulo
7- Los Conflictos de la Nueva Generación
El largo viaje por Edom
El pueblo de Dios intentó tomar un
atajo a través de la tierra de Edom, pero los edomitas no se lo permitieron.
Edom es otro nombre para Esaú, el hermano mellizo de Jacob. Era el primogénito
de los mellizos, y como el primogénito, debía haber tenido la herencia. Pero el
propósito de Dios era con Jacob, el segundo. Esaú fue llamado Edom, (que
significa “Rojo, Rojizo”) después de haber hecho un trueque con Jacob, y de
haberle vendido su primogenitura a cambio del potaje. La palabra Edom procede
de la misma raíz que Adán, “mostrar rojizo, rosado”. Pablo nos dice que el
hombre natural “no recibe las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son
locura”. Edom forzó al pueblo de Dios a dar una larga vuelta alrededor de sus
fronteras. La naturaleza de Adán se vuelve cada vez más corrupta. La mente
natural no está sujeta a la ley de Dios, “ni tampoco puede”.
Finalmente rodean la tierra de
Edom y cruzan por el arroyo de Zered. “Zered” significa “tener un crecimiento
exuberante”. De alguna forma es un punto clave en los viajes de la nueva
generación. “Y los días que anduvimos de Cades-barnea hasta cuando pasamos el
arroyo de Zered, fueron treinta y ocho años; hasta que se acabó toda la
generación de los hombres de guerra de en medio del campamento, como Jehová les
había jurado.” (Deut. 2:14).
Conflicto con Moab
Dios no dejó que Israel atacara a
Moab, como tampoco dejó que atacaran a Edom. Pero la presencia del pueblo de
Dios morando tan cerca de sus fronteras lleno a los moabitas de gran temor y
contrataron a Balaam el mago para que viniera y maldijera al pueblo de Dios. El
conflicto de Israel la mayor parte de su vida en el desierto, era un conflicto
con su propio corazón. Pero ahora que el pueblo de Dios comenzaba a emerger del
desierto, surge un nuevo conflicto, un conflicto con los falsos dioses y con
los espíritus malos. Estamos en este día ahora mismo. Lo que una vez fue solo
un ataque humano, una guerra de razones, un ataque de la carne, se esta
convirtiendo con gran velocidad en una guerra contra espíritus. Los espíritus
malos estan asumiendo el control de muchas áreas de la sociedad y de la
Iglesia, y el pueblo de Dios está encontrando cada vez más difícil saber lo que
está bien y lo que está mal. Hoy es el día en que estas fuerzas demoníacas, que
un día operaron en Oriente (gurus, curanderos, etc.) están comenzando a tomar
posiciones fuertes en la Iglesia; y los cristianos somos completamente
inconscientes de ello porque viene vestido en un lenguaje “cristiano”. Cuando el pueblo de Dios es engañado y llega
a la conclusión de que el Reino de Dios corresponde al poder y a la autoridad
sobre los recursos de este mundo, sobre sus gobiernos, sobres sus fuerzas
económicas y políticas.... cuando se presenta al Reino de Dios como
sinónimo del éxito, de la prosperidad y
de la riqueza... en ese momento y en
ese lugar Satanás encuentra una tierra fértil
en la que plantar semillas de engaño. Hasta la salud física puede ser
una cosa engañosa si usamos poderes cuestionables para obtenerla. ¿Qué razón podría
tener Satanás para negarnos la salud física si usamos métodos satánicos para
obtenerla? ¿Es una sanidad genuina que Satanás aparte su ataque de nuestro
cuerpo, si puede retener el control de
nuestro espíritu? ¿Sería en realidad, una sanidad genuina? El alivio del dolor
y el librarnos de ciertas aflicciones físicas se ha asociado por mucho tiempo
con prácticas de ocultismo. ¿Es sanidad? ¡No! Solo es un sedante que el enemigo
imparte para poder tomar control de las mentes y espíritus de la gente.
Nuestro Señor
Jehová declara, “Yo soy Jehová, Tú sanador”, y esta es la herencia del pueblo
de Dios. Pero es una promesa de pacto y para su apropiación, Dios requiere un
pueblo obediente, y guardador del pacto. El hecho de que la generación presente
de la iglesia esté afligida igualmente con el pueblo del mundo es una buena
prueba de que no hemos caminado en relación de pacto con nuestro Dios. La
verdad se ha pervertido de tal forma que si encontramos riquezas, salud,
prosperidad y felicidad, los medios para obtener todo eso no tienen importancia
para la mayoría de la gente. Si los
resultados son “buenos”, esa debe ser la prueba de que los métodos son de Dios.
Dios nos guarde de encontrar
ganancia sin piedad, sanidad física sin sanidad espiritual, prosperidad al
hombre natural sin prosperidad para el espiritual, paz de mente sin la paz de
Dios. ¿Produce esto inquietud a los que creen que cualquier cosa que produzca
felicidad paz, y bendición tiene que ser obligatoriamente de Dios? Espero que
produzca inquietud. Porque la verdadera bendición no tiene nada que ver con
todo eso. La enseñanza de Cristo respecto del Reino de Dios habla al respecto:
“Bienaventurados los pobres en
espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque
ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio
corazón, porque ellos verán a Dios.”
(Mateo 5:3-8)
La Doctrina de Balaam
Lo más inquietante del conflicto
de Israel con Moab, y con Balaam el mago, es esto: Dios no va a dejar que
ningún encantamiento del falso profeta alcance al pueblo de Dios, y sin embargo,
Balaam tendrá lo que quiera por medio del engaño y del fraude:
“Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como
ahora será dicho de Jacob y de Israel:
¡Lo que ha hecho Dios!” (Núm. 23:23).
PERO...el pueblo que no podía ser maldito
por los encantamientos de Balaam, fue atraído y engañado por sus enseñanzas.
Balaam animó al rey de Moab a fraternizar con el pueblo de Dios, e invitarles a
una de sus veladas. El pueblo de Dios fue atrapado por los dioses de Moab; por
medio del “consejo de Balaam”, vino una gran plaga sobre la congregación de
Israel. (Lee Núm. 31:16).
“Moraba Israel en Sitim, y el
pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo
a los sacrificios de sus dioses...” (Núm. 25:1-2). La palabra “ellas” es
femenina en Hebreo, y se refiere de nuevo a las hijas de Moab. Veinticuatro mil
hombres valientes de la nueva generación cayeron bajo las astucias de las hijas
de Moab, y perecieron en los juicios de Dios, cuando Dios se levantó para vengarse
de todo hombre que había sido seducido para adorar a Baal-Peor, la deidad
moabita.
¿Quién es Baal, el dios de los moabitas?
Baal-Peor era la deidad moabita
que era adorada en el Monte Peor mediante toda clase de ritos inmorales. De
acuerdo con los descubrimientos arqueológicos e históricos, Baal era
considerado el dios de la fertilidad, del campo, el dios de la agricultura, del
incremento... el dios de la prosperidad. El culto era desenfrenado en Canaán y
a lo largo de su historia, el pueblo de Dios cayó víctima de la atracción de la
adoración a Baal. La adoración a Baal era conducida por sacerdotes en los
templos de Baal, o fuera, o bien en ciertos “lugares altos” en la tierra. Sus
rituales incluían sacrificios de animales, juntos con danzas sensuales y
prácticas inmorales.
La deidad femenina
asociada a este rito era Astoret.... se practicaba toda clase de inmoralidad.
Había prostitución femenina y masculina, todo ello asociado con la adoración en
el templo. Este culto estaba muy extendido en Canaán y cuando Israel no
exterminó completamente a las siete naciones abominables de Canaán (como Dios
se lo había ordenado), pronto sucumbieron a las sutiles atracciones de esta
clase de adoración; lo cual se convirtió en una maldición en medio de ellos, y
en un gran dolor para el corazón de Dios a lo largo de la mayor parte de su
historia.
No es difícil ver hoy en la
tierra, no solo una gran similitud con lo que tuvieron en el antiguo Canaán,
sino casi una reproducción de los mismos ritos y prácticas licenciosos que
tenían entonces. Podemos esperar cosas como estas en el mundo que nos rodea,
puesto que Jesús dijo que sería como en los días de Sodoma. Pero poco a poco,
la doctrina de Balaam está siendo incorporada a la doctrina de la iglesia. Todo
comienza con una adoración declarada al “Dios de la prosperidad y felicidad”...
el dios que da el éxito, los logros, la ganancia, las riquezas, la felicidad.
¿Qué tiene todo esto que ver con la inmoralidad y con la permisividad? Mucho.
¿Cuáles fueron los principales pecados de Sodoma? ¿Cuál fue el pecado básico de
Sodoma? Dios define las causas con mucha claridad. Dice que fue “SOBERBIA, SACIEDAD DE PAN Y ABUNDANCIA DE
OCIOSIDAD...” (Ezequiel 16:49).
Fue su alto
standard de vida lo que les llevó a todas las otras cosas que nosotros
asociamos particularmente con Sodoma. Y no es ninguna sorpresa que en nuestra
tierra, donde tenemos tal riqueza y abundancia, estemos cosechando una cosecha
tan enorme de inmoralidad, permisividad, adulterio, divorcio, infidelidad, etc.
No sólo ahí fuera, en el mundo, sino aquí mismo, en la Iglesia. Y no sólo eso,
sino que todo el tiempo estamos cosechando una cosecha tal, que las semillas
que ha producido dicha cosecha continúan siendo sembradas por muchos hombres
desde los púlpitos, hombres que presentan el éxito, la prosperidad y la
felicidad como el fruto de la fe, como el fruto de todo logro cristiano.
La verdadera tragedia no es sólo
el hecho de que la gente de la Iglesia se esté volviendo tan inmoral como el
mundo que la rodea. La tragedia es que los espíritus de Baal estén
involucrándose activamente bajo esta clase de enseñanza seductora, mientras que
el pueblo de Dios es absolutamente inconsciente de ello.
Dios tiene una controversia con
esta iglesia de Pérgamo que se conforma al mundo, y que mora donde Satanás
tiene su trono. Él va a purgar la “doctrina de Balaam” (que promociona la
adoración de Baal entre el pueblo de dios) de en medio de nosotros, no con la
lanza de Finees, como en el día de Moisés, sino con “la espada aguda de dos filos que sale de Su boca.” (Apocalipsis
2:2-14)
Conflicto con Sehón y Og
“Levantaos, salid y pasad el
arroyo de Arnón; he aquí he entregado en tu mano a Sehón, rey de Hesbón,.
Amorreo, y a su tierra; comienza a tomar posesión. Hoy comenzaré a poner tu
temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales
también oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti.” (Deut.
2:24-25)
Al cruzar Arnón,
entraron por vez primera en las fronteras de su herencia. “Arnon” significa “arroyo
corriente” y procede de una raíz que significa “gritar (de gozo)”. Aquí es
donde comenzarían a poseer la Tierra que Dios les había prometido. Era tan solo
un comienzo.... De hecho, un comienzo muy pequeño. La verdadera medida de su
herencia se hallaba cruzando el Jordán. Pero algunos estaban preparados para
establecerse en esta tierra y no desearon proseguir hacia delante.
La herencia de Rubén. Gad y la mitad de Manasés
Cuando estas tribus vieron la
fertilidad y la abundancia de la tierra que habían tomado de Og y de Sihón,
pronto quisieron reclamarla para establecerse en ella. Vinieron a Moisés y le
dijeron, “Si hallamos gracia en tus
ojos, dése esta tierra a tus siervos por heredad, y no nos hagas pasar el
Jordán.” (Núm. 32:5). En un
principio Moisés se enfadó con ellos por su aparente deseo de no seguir
adelante en la conquista de Canaán. Pero cuando prometieron a Moisés que
“pelearían” en la batalla contra los canaanitas hasta que el resto de las
tribus hubieran recibido su herencia, Moisés cedió. Ordenó a Eleazar el
sacerdote y a Josué, el nuevo líder, que concedieran su petición a estas
tribus, siempre que fueran fieles en ayudar a sus hermanos a entrar a poseer la
herencia de ellos al oeste del Jordán. No debemos condenar a los que desean establecer
su campamento en las orillas orientales del Jordán. Sabemos que la herencia que
tienen en ese lugar es una herencia parcial y muy limitada. No obstante, es el
comienzo de la fertilidad. Si algunos encuentran verdadero deleite y
satisfacción aquí, ¿Quiénes somos nosotros para acusarles de fracaso... o de
desobediencia? Cuando miramos a nuestro alrededor podemos ver a mucho pueblo de
Dios que encuentra gozo y deleite en los pastos de Galaad, y a veces podemos
incluso sentir envidia de ellos. Han hallado el deseo de su corazón. Están
felices y contentos exactamente donde se han asentado. Y Dios les está
bendiciendo abundantemente. Llevan mucho fruto en el ministerio y servicio del
Señor. Tienen muchos rebaños y ganado. ¿Por qué no podemos ser como ellos? El
hecho es que la visión que Dios ha implantado, y la esperanza que arde en
nuestro interior no nos dejarán establecernos en los llanos al este del Jordán.
Sabemos que hay más, mucho más de lo que podemos ver aquí. No es que seamos
desagradecidos, o que estemos insatisfechos o disgustados... como puede que
piensen algunos. ¿Qué le pasó a Abraham? Estaba morando en Hebrón, la parte
selecta de Canaán. ¿Por qué insistía todo el tiempo en que era “peregrino y
extranjero” en la tierra? ¿Es que no estás en casa, Abraham? Abraham jamás
podía sentirse como “en casa” porque al ir adelante en su conocimiento del
SEÑOR, y al tocar el corazón de Dios, se había hecho plenamente consciente de
que había algo mejor, algo más duradero, que un hermoso país como el que había
descubierto en Hebrón. Esto es lo que el Espíritu reveló al apóstol Pablo. Si
Abraham era un “extranjero y peregrino” en la tierra, estaba declarando
abiertamente que buscaba un “país mejor”... él “esperaba la Ciudad que tiene
fundamentos, cuyo Arquitecto y Constructor es Dios”. (Heb. 11:10.16). Tu
anhelo de cosas mejores, cosas que satisfagan realmente, cosas más duraderas,
corresponde directamente a tu caminar de obediencia ante el SEÑOR. En la medida
que Dios te haya capacitado para caminar en obediencia ante Él, en la misma
medida Él ha podido acercarse a ti, caminar contigo y hacerte más y más
consciente de ese gran anhelo que Él tiene en Su corazón, de hacer de tu
corazón su HOGAR permanente. Lo que Él ha revelado y lo que Él ha dado,
reconoces que es bueno y maravilloso. Pero lo que Él HA LLEGADO A SER para ti,
significa mucho más que Sus dones. Y la gloria de Su Ser, Su carácter, Su
naturaleza, Su amor, Su Verdad... todo ello refleja más y más de esa herencia
al otro lado del Jordán, lo que tu corazón anhela, y lo que desea tu espíritu.
Y aunque en un tiempo puede que nos hayamos gloriado en lo que ÉL HIZO por
nosotros, ahora nos gloriamos mucho más en lo que ËL ES para nosotros. Puede
que durante un tiempo, ser USADOS por Dios fuera algo tremendo para nosotros;
pero ahora solo deseamos CAMINAR con Él. En un tiempo, se trataba sobre todo de
mucho servicio, mucha actividad, mucho ministerio, lo que nos llenaba con un
sentimiento de gratificación y de satisfacción. Sin embargo, ahora encontramos
nuestro deleite en esa relación permanente con Él; y si esto no fuera así
todavía en nuestra experiencia propia, no obstante seguiría siendo nuestra
esperanza permanente y constante.
Si no conocemos la diferencia
entre el servicio y la relación, quizás deberíamos pedir al Señor que probara
los motivos de nuestros corazones.
¿Será suficiente caminar con Él y conocer Su voz? ¿O tenemos aún ese deseo
incómodo de que nuestro ministerio se queda atrás, y que nosotros nos estamos
volviendo cada vez menos activos en nuestro servicio a Él , que de alguna
manera estamos perdiendo terreno? ¿Era Jesús más espiritual cuando sanaba a los
enfermos y levantaba a los muertos que cuando afirmó Su rostro para ir a
Jerusalén y pasar por el viejo y gastado camino hacia el Gólgota? ¿No era todo
igual para Él, saber que en cualquier caso estaba simplemente haciendo la
voluntad de Dios?
“He aquí, que vengo oh Dios, para
hacer Tú voluntad”
“Mi comida es hacer la voluntad
del que me envió y que acabe Su obra...”
Nueva expectativa en los llanos de Moab
Al tomar Rubén, Gad, y la media
tribu de Manasés su herencia en el lado oriental del Jordán, debieron haber
sentido una cierta satisfacción al conocer que Dios había sido fiel en darles
los deseos de su corazón
Su parte en cualquier conquista
futura no agrandaría sus fronteras de ninguna manera, éso era parte del trato
que habían hecho con Moisés. Cuando terminara la batalla, regresarían a los
hermosos llanos de Galaad, y establecerían allí sus hogares. En las batallas
futuras, en las conquistas futuras, su mirada siempre sería hacia atrás.
Pero con las otras nueve tribus y
media de Israel, había expectativa y esperanza de algo que no tenían en los
llanos de Galaad. Su esperanza era una esperanza viva en cada conquista que
lograran. “Porque lo que alguno
ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos
lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” (Rom. 8:24-25).
Las nueve tribus y media
pertenecían al lado occidental del Jordán. Se inclinaban ante nuevas
conquistas, nuevas áreas de triunfo en Dios, nuevas exploraciones en la Tierra
de la Promesa: nuevas alturas, nuevos ensanches, y nuevos alientos qué
apropiarse en Dios. Es la mirada hacia delante, la mirada hacia arriba que nos
anima hacia delante. Todavía no hemos llegado al Reposo, y a la herencia que
Dios ha prometido. Todavía quedaba mucha tierra por poseer.
La Conquista de Canaán se hace cada vez más difícil
En cada demora que experimentamos
por causa del fracaso humano en la conquista de nuestra herencia, la tarea se
hace cada vez más difícil. Cada vez que Dios se mueve poderosamente por Su
Espíritu, y que el pueblo de Dios, por una razón u otra, es derrotado y
devuelto al desierto, el siguiente intento de conquistar la tierra parece ser
más y más remoto. Pero hay un principio en Dios, un principio que hemos
enfatizado una y otra vez, y es éste: Cuando Dios ha enviado Su Palabra a la
tierra en cuanto a Sus propósitos para Su pueblo, ÉL NO TOMARÁ ESA PALABRA sin
cumplirla, sin acabarla, sin completarla. Esa Palabra permanecerá en la tierra
hasta que haya cumplido el deseo de Su corazón. “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve
allá sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así
será mi Palabra que sale de Mi boca: No volverá a Mí vacía sino que hará lo que
Yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías
55:10-11)
Puede que algunos confiesen que
Dios ha considerado adecuado tomar Su Palabra porque hemos llegado al final y
ya es demasiado tarde para que Dios
haga lo que había planeado. Puede que algunos confiesen que no hay nada que
esperar sino una repentina eliminación de la Iglesia de sobre la faz de la
tierra... como un granjero al cosechar sus campos verdes de trigo y enfrentarse
a una terrible tormenta en camino. Al menos, entonces tendría forraje para sus ganados.
Pero nuestra confesión es una esperanza viva
Confesamos que Su Palabra está en
la tierra referente a una cosecha madura que viene, y que será completa, que
será como la buena Semilla que fue plantada: al treinta, al sesenta y parte de
ella, AL CIENTO POR UNO... Confesamos que escuchamos la Palabra, y por tanto la
hablamos.
Confesamos que tenemos una
esperanza viva de que Su Iglesia se convertirá aún en una “Iglesia gloriosa,
sin mancha ni arruga o tacha ni cosa semejante...”
Confesamos que el Señor ha
retrasado Su venida, tal y como Él insinuó que podría tener que hacer, y que
con “gran paciencia”, Él ha esperado
“el precioso fruto de la tierra”, y que el Día de la Cosecha está ahora muy
cerca...
Confesamos que el Juez ahora está
a las puertas, para purgar Su iglesia, y después juzgar al mundo...
Confesamos que el padre de familia está contratando
obreros para el campo... y que en breve recogerán la cosecha en los campos, que
están madurando rápidamente.... y que muy pronto dirá a los obreros: “Mete la hoz y siega, porque la hora de segar
ha llegado, pues la mies de la tierra está madura” (Apoc. 14:15). Fíjate
que la palabra “maduro” en este pasaje procede de la palabra que significa “más
que maduro, seco, maduro, secado.” ¿Es así como te sientes algunas veces? No
creas que es extraño; en el día de la Cosecha, los campos de grano tienen que
estar muy secos, para que puedan ser trillados, y la paja separada.
Si, va a ser cada vez más difícil para Dios llevar a Su pueblo a la
herencia; Ahora es más difícil que en cualquier otro momento en la historia de
la Iglesia. Esto significa simplemente que el Dios que prometió tiene que dar
mayor y mayor gracia, y más y más de Su Gloria, para cumplir la tarea.
En un escrito previo (“Alimenta
a Mis corderos”) tratamos en cierta manera con las inundaciones del Jordán
en el episodio del cruce del río por parte de Israel hacia Canaán... Dios cada vez haciendo más difícil su entrada
en la Tierra. Mencionamos como los sacerdotes llevaban el Arca del Pacto sobre
sus hombros y abrían el camino; como metieron sus pies en las aguas y vieron
como las aguas se paraban delante de sus ojos; y como permanecieron con el Arca
en el centro del río mientras que el pueblo de Dios lo atravesaba. Hablamos de
su acampada en el lado occidental del río, preparándose para el ataque de
Jericó; y de la circuncisión de la nueva generación en los llanos de Gilgal, y
como Dios le ponía las cosas cada vez más difíciles a la nueva generación,
incapacitada frente a sus enemigos. Encima de esto, Moisés acababa de morir; el
hombre que tenía la autoridad para el liderazgo, y que era el experto para la
batalla. En todo el camino por el que el Señor guió a la nueva generación,
podemos ver una apariencia de éxito cada vez menor en la futura conquista de la
Tierra. Todo estaba en contra de ellos. Debilitados por los ardides de las
hijas de Moab y sus fuerzas diezmadas por la ira de Dios, después de destruir a
24.000 hombres, y después, en Gilgal, quedándose completamente inválidos
delante de sus enemigos. De cualquier forma, ¿Qué estaba haciendo Dios? Estaba
haciendo que fuera absolutamente imposible que ellos obtuvieran la promesa A NO
SER MEDIANTE UNA MANIFESTACIÓN PODEROSA Y MILAGROSA DE SU PROPIO PODER, GRACIA
Y GLORIA. Sólo Él había de ser glorificado delante de la nación escogida; y
sólo Él había de ser glorificado a la vista de las naciones impías de la
tierra.
Cuando vemos y entendemos lo
celoso que es nuestro Dios de la Gloria de Su gran Nombre, estas cosas de las
que estamos hablando no deberían ser consideradas como una enseñanza
distante... algo que podemos dejar a un lado como completamente irrelevante al
propósito de Dios en este momento. Es en un día y hora como los de hoy, en que
la apostasía está tan extendida, y el Nombre de nuestro Señor está siendo
blasfemado entre las naciones, que podemos esperar y anticipar que el Dios
celoso se levante y vindique Su gran Nombre en medio de un remanente piadoso,
conquistador y santo, en la tierra.
Capítulo 8 – La Canaán Celestial
Capítulo
8 – La Canaán Celestial
Gran parte del pueblo de Dios no entiende por qué después de
pasar quizás muchos años en un estado de relativa satisfacción y comodidad en
su pequeño rincón en la actividad y participación en la iglesia, repentinamente
descubre que ya no está por más tiempo satisfecho con la monótona rutina, y
surge con dudas preocupantes. ¿Por qué Señor? ¿Cuándo? ¿Qué? Como dijimos
anteriormente, estas son las preguntas que corresponden al Maná; lo único que
podemos decir es que el Maná esta teniendo efecto en sus vidas. Han estado
comiendo alimento del desierto, y como resultado, hay un hambre cada vez mayor
de realidad en sus vidas. Esta es la obra constante de Dios en el pueblo del
desierto, y solo queremos animar al pueblo de Dios que está de alguna forma
desanimado, desilusionado o perplejo respecto el estado de cosas en su propia
vida, o en el Cuerpo de Cristo, a levantar sus ojos y ver la gloria de la
tierra de Beula:
“Nunca más te
llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada
Hefzi-ba y tu tierra, Beula, porque el amor de Jehová estará en ti y tu tierra
será desposada” (Isaías 62:4)
No cobremos ánimo por causa de las pequeñas incursiones que
el pueblo trata de hacer en la tierra en estos días, intentando agarrar otro
racimo de uvas del valle de Escol, o llenar sus sacos con unas pocas granadas.
Hoy es el día en que Dios moviliza a toda una nueva generación para la
conquista de toda la tierra, y no podemos conformarnos con nada menos que esto.
Canaán, Un lugar de
victoria
“Y por cuanto Él amó a tus padres, escogió a Su descendencia después de ellos, y te sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, para echar de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy.” (Deut. 4:37-38).
Canaán es esa herencia celestial que Dios quiere que Su
pueblo comience a explorar y a apropiarse; y por tanto, es un lugar que ha de
ser conquistado, porque es en este reino que las fuerzas del mal tratarán de
mantener sus fortalezas en los corazones y mentes del pueblo. Los “Lugares
Celestiales” en Cristo Jesús son esos reinos en el Espíritu que pertenecen al
pueblo de Dios (Efesios 1:3,20), y por eso nuestra guerra es en ese reino, y no
en reinos de la tierra (Efesios 6:12). Si, estamos en la tierra, y nos preocupa
el estado de cosas en la tierra; pero si nuestra guerra está ALLÍ, nada
conseguiremos para los habitantes de la tierra. Tenemos que hacer guerra en
“los lugares celestiales”, con armadura espiritual, y con armas espirituales;
de lo contrario, no conseguiremos absolutamente nada. Ni podemos mezclar lo
carnal con lo espiritual con el fin de encontrar el término medio. La guerra
espiritual en los lugares celestiales, y las maniobras carnales políticas en la
tierra, no producirán un equilibrio, sino un punto muerto. Que Dios conceda a
Su puebla tal confrontación con Él mismo, que nos quitemos el calzado de los
pies como el Josué de antiguo, y nos pongamos el calzado del apresto del evangelio de la paz. Sólo
entonces el pueblo de Dios sabrá como salir en contra de sus Jericós, con el
toque de las trompetas de los cuernos de los carneros y el Arca de Su
presencia, y ver a las fortalezas del Enemigo derrumbarse delante de Él.
Durante muchos años la iglesia ha querido ser “arrebatada” para estar con el Señor en el
aire... pero de hecho sólo ha sido un deseo de escapar de la Batalla. Sabemos
que ese día se acerca, y no sólo en nuestros espíritus, sino en cuerpos
glorificados y resucitados, que “seremos
arrebatados juntamente con ellos en las
nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor.” Anhelamos la llegada de
ese día, pero debemos seguir enfatizando que esto ha de suceder al toque de la
“última trompeta”, y no a la primera, o la segunda. Primero que nada, viene el
Día de la Batalla; y para eso Dios ha provisto para Su pueblo ¡NO ALAS, SINO
ARMADURA!
“La noche está avanzada y se acerca el Día. Desechemos pues
las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz.” (Rom. 13:12)
Cualquier doctrina que afirme que Dios tiene que retrasar Su
venida por causa de que ciertos eventos tengan aún que cumplirse, no se sujeta
a la Escritura... porque la “Venida” del Señor ciertamente incluye muchos
aspectos de Su manifestación que son sin advertencia, sin señales inminentes,
sin reconocimiento universal. No estamos hablando de “Muchas Venidas”, porque
la Biblia dice que “Él aparecerá UNA SEGUNDA VEZ”—no una segunda, tercera y
cuarta vez. Pero sí hablamos de diferentes aspectos de Su Aparición. La misma
escritura que dice que Él aparecerá “una segunda vez”, también afirma que Él ya
ha aparecido UNA VEZ (Heb. 9:28). Pero en esa aparición, ¿había o no muchos
aspectos distintos de Su aparición? Primero a María y José; después a los
pastores; después a los fieles en el Templo, Simeón y Ana; después a Pedro y a
los otros apóstoles, al concederles Dios la revelación para “verle” y
“conocerle”. Y finalmente fue “declarado Hijo de Dios con poder por la
resurrección de entre los muertos”. Pero todo ello era UNA SOLA APARICIÓN.
Estamos confiados de que en SU SEGUNDA aparición, habrá muchos aspectos de
ello: al venir Él súbitamente a Su Templo para purgar a los hijos de Leví, al
aparecer como fuego purificador, como jabón de lavadores; al entrar las
vírgenes prudentes y cerrar las puertas tras de sí, mientras que las vírgenes
insensatas se quedan fuera y llaman; cuando aparezca a los Suyos, cuando
“venga” y more en los que Le aman y han preparado lugar para Él; cuando venga a
los no arrepentidos en Éfeso y quite su candelero; cuando “venga” a Pérgamo y
luche contra ellos con la espada de Su boca; cuando “venga” como ladrón a
Sardis y los halle dormidos y descuidados. (Lee Mal. 3:1-2, Mat. 25-6-11, Juan
14:21,23, Apoc. 2:5, 16, 3:3).
Sería bonito si pudiéramos encontrar un programa sano y
bíblico para todos los eventos que han de tener lugar en relación con la
Segunda Venida; de hecho hay muchos que intentan hacer eso exactamente. Yo,
personalmente no perdería mucho tiempo intentando hacer esto; porque sé que
sólo hay una forma de estar preparados para la Segunda Venida... y no es
mediante el conocimiento de un programa, sino siendo “vigilantes” y “sobrios”.
A los tales, el Señor no les aparece como “ladrón en la noche”. A todos los
demás sí, no importa el entendimiento que tengan de los acontecimientos de los
últimos tiempos. (Lee 1ª Tes. 5:4, Marcos 13:35-37).
Y mientras que muchos esperan ser trasladados físicamente a lugares
celestiales para escapar de la Batalla que hay delante de nosotros, hay un
remanente conquistador, santo, que Le “verá” y Le “conocerá”, y se levantará
hacia “los lugares celestiales” en el Espíritu para pelear la buena batalla en
el Día del SEÑOR, y surgir de la Batalla en una victoria total. No hay nada que
le falte a la “armadura de luz” que necesitemos para una conquista completa de
las huestes malignas de Satanás. Fíjate que cuando Pablo nos dice que nos
pongamos “toda la armadura”, nos dice específicamente que es “PARA EL DÍA MALO”
(Efesios 6:13). ¿Podrías concebir algún día que fuera más “malo” que este Día,
el Día de su Aparición?
La mayor parte de nuestro armamento es defensivo; porque el
Enemigo puede derrotarnos en nuestro propio territorio si no nos damos cuenta
de que SOMOS LA HERENCIA que él quiere para sí mismo, y que Dios vencería para
Sí Mismo. Somos el campo de batalla
donde el Enemigo seguirá batallando, y Dios nos ha dado el traje de la batalla
que necesitamos para mantener nuestra posición en la justicia, verdad y gracia
de Dios.
Pero tenemos un arma “ofensiva”... la única que necesitamos.
¡Ojalá el pueblo de Dios pudiera entender esto! La espada del Espíritu, que es
la Palabra de Dios... ” No es la Biblia, ni nuestras muchas citas de la
Escritura que soltamos todo el tiempo para probar nuestras doctrinas... ES LA
PALABRA VIVA QUE SALE DE LA BOCA DEL SEÑOR, COMO UNA ESPADA AGUDA DE DOS FILOS,
que cortará y dividirá totalmente, separando el alma y el espíritu, y
discerniendo, descubriendo los pensamientos y las intenciones del corazón.
“Dios, escóndenos en tu mano poderosa, para que cuando veas
conveniente sacarnos en el Día de la Batalla, Tú puedas hablar a través de
nosotros una Palabra viva que golpee de forma infalible en los corazones de Tu
pueblo, y suponga un golpe certero de muerte a las huestes de maldad que están
formadas contra Tu Iglesia.”
Canaán, Un lugar de
aguas corrientes
“Porque Jehová tu
Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y
de manantiales, que brotan en vegas y montes.” (Deut. 8:7)
Dios dijo que Él nos sacaría de un lugar para introducirnos
en otro. De la tierra de Egipto donde tenían que regar la tierra con sus pies,
con las rudimentarias bombas de irrigación de aquellos días... bombeando, bombeando, bombeando y agotándose
para sacar sólo un chorrito de agua. “La
tierra a la cuál pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe
las aguas de la lluvia del cielo.” (Deut. 11:11)
Como anhelamos esos días en los que el Espíritu Santo venga
en medio de nosotros en abundante plenitud y
fluya en medio de nosotros. En lugar de que los ministros de Dios
intenten “bombear” un poquito de agua con el calor de su frente, mejor será
tener un chorrito de agua que nada en absoluto... Si, eso puede ser cierto;
pero Jesús nos ha prometido en la herencia del Espíritu, “De vuestro interior
correrán RÍOS DE AGUA VIVA.”
“He aquí que Yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿No la
conoceréis? Otra vez abriré caminos en el desierto y ríos en la soledad.”
(Isaías 43:19-20)
“En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los
valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la
tierra seca.” (Isaías 41:18)
“El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en
manaderos de agua; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas
y juncos.” (Isaías 35:7)
Canaán, Un lugar de
Fruto
“Tierra de trigo y cebada, de vides, higueras, y granados;
tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con
escasez, ni te faltará nada en ella, tierra cuyas piedras son hierro y de cuyos
montes sacarás cobre.” (Deut. 8:8-9)
Isaías profetizó que cuando el Espíritu se derramara sobre
el pueblo de Dios, “el desierto” sería un “campo fértil”, y el “campo fértil”
sería estimado por “bosque” (Isaías 32:15).
En los días de las fiestas de Israel, cuando el pueblo se reunía para guardar las fiestas de SEÑOR en su tiempo, Dios prometía: “Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías.” (Deut. 16:16). Cada hombre tendría algo que traer ante el Señor, conforme a la provisión de Dios. Que los ministros del Señor por todas partes comiencen a nutrir al pueblo de Dios de tal forma, que tengan algo que traer a la Casa de Dios cuando se reúnen. ¿Te preguntas sobre los cismas y divisiones que prevalecen en la Casa de Dios? Dios dice que es porque hay miembros en Su cuerpo que son considerados “menos honrosos”, y que al derramar Él sobre ellos abundante honor, los cismas desaparecerán (lee 1ª Cor. 12:23-25). Mantener a la gente bajo control y en su lugar, tarde o temprano llevará a un “cisma”. Pero cuando el pueblo de Dios es nutrido, alimentado y animado a funcionar como un miembro vital que contribuye al Cuerpo de Cristo, los cismas desaparecerán, porque todos los miembros tendrán una preocupación mutua unos por otros. El día del super-señorío de Saúl en la Casa de Dios, va a terminarse; y Dios va a levantar un ministerio a modo del ministerio del pastorado de David, que alimentará al pueblo con Verdad y Conocimiento, y le hará poderoso en Dios:
“En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos.” (Zac. 12:8)
EL verdadero fruto no es mera actividad o participación de
iglesia. Es una vida que se ha unido al Señor, y que deleita el corazón del
padre de familia. Efraín era la tribu de Israel especialmente “fructífera”. El
término significa “doble fruto”. El pueblo ungido, el pueblo de la “doble
porción”, han de ser doblemente fructífero en el Señor. José había de tener la
doble porción a través de Efraín. (Manasés era el primogénito, pero él debe dar
lugar a Efraín, el segundo. Manasés significa “hacer olvidar”, y solo cuando
estamos preparados para “olvidar lo que queda atrás”, la vida de desierto
desolado, podemos extendernos a las cosas que hay ante nosotros). De José se
dijo “rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyas vástagos se extienden sobre el muro”
(Génesis 49:22). Pero Dios se quejó de Efraín siglos más tarde, “Israel es una
frondosa viña, que da abundante
fruto para sí mismo... “ (Oseas 10:1). ¿Cuántos, entre el pueblo de Dios hoy,
cuántos de sus ministros, producen fruto para sí mismos? Muy activos, sí; muy
ocupados para Dios, sí; pero como Marta, “afanada y y turbada con muchas cosas”, más que con LO QUE ES
NECESARIO, sentarse a los pies de Jesús y escuchar lo que Él tiene que decir.
Al sentarnos a Sus pies y aprender de Él...cuando nuestras
raíces se introducen en las aguas del pozo junto al que hemos sido plantados...
entonces nuestras ramas “saltarán el muro” hacia OTROS. Dios se ocupará de eso
si nosotros simplemente permanecemos fieles, arraigados y cimentados en Él, que
es el verdadero arroyo de vida junto al que hemos sido plantados.
“Pero el fruto del Espíritu es....” El apóstol está a punto
de nombrar muchos tipos de fruto, pero todo es UN FRUTO, y por ello utiliza el
verbo en singular...
“El fruto del Espíritu ES:
Amor, gozo , paz,
Paciencia, benignidad, bondad,
Fe (fidelidad), mansedumbre, Templanza...”
(Gál. 5:22-23)
Todo esto es lo principal y lo más importante para el
deleite y el gozo del corazón del padre de familia; pero al deleitar Su
corazón, Él deseará compartir el fruto que Él ha encontrado con otros.
Dios siempre ha deseado los “primeros frutos” para Sí mismo.
Dios fue consecuente en esto en Su relación con Israel. El “primogénito” había
de ser Suyo. Los “primeros frutos” habían de ser Suyos. “Mi alma deseó los
primeros frutos”. (Miqueas 7:1).
Si realmente amamos a Dios, entonces mostraremos nuestro
amor a los demás; pero Dios desea que Le demos los primeros frutos. Él debe
tener Su parte antes que los demás. Jesús dijo, “El que me ama, Mi Palabra
guardará.” (Juan 14:23). No podemos decir, “Señor, Te amo tanto...tengo que
dedicarme al ministerio.... Te amo tanto.... que tengo que predicar, tengo que
edificar iglesias, ser un misionero... Te daré mi dinero...”. Estos y otros
muchos actos de servicio que se nos podrían ocurrir, podrían salir del anhelo
de nuestro corazón en busca de alguna clase de gratificación, de satisfacción.
El verdadero amor dirá, “Señor, te amo tanto que me entrego a Ti.” Y esto
podría llevar a una vida muy discreta, insignificante, que pasa desapercibida,
no reconocida en los asuntos de los hombres o de la Iglesia. Puede que nunca
llegues a ser “conocido” o “reconocido” como alguien que valga mucho para Dios
o para el mundo a tu alrededor, pero si serás conocido en lugares celestiales.
Tu obra puede ser considerada de muy poco valor a los ojos de los hombres, y
con frecuencia incluso a los tuyos propios, pero es algo que debes hacer por
causa de tu relación de amor con el Señor, y es de gran valor ante Su vista. Tu
amor por Él puede llevarte a áreas de vituperio y crítica que pueden ser
difíciles de soportar. Pero si es porque “LE amas” y porque “guardas Su
Palabra”, entonces ese fruto que estarás produciendo para Él no es el fruto de
una viña estéril, sino una clase muy especial de “primeros frutos”, que produce
un gran deleite a Su corazón. A la vista de Dios, es mucho más precioso que el
“fruto” que te esfuerzas en producir al hacer tu propia obra, al ir por tu
propio camino, al iniciar tus propios planes y al producir alguna clase de
producto aceptado y agradable para los hombres, pero desaprobado por Dios.
Solo los que han aprendido los caminos de Dios por sí
mismos, aprobarán los caminos de los que andan en relación con Él. Tenemos que
ser liberados de ese deseo inherente que hay en todos nosotros, de recibir la
“aprobación de los hombres”.
Después, cuando somos plantados “junto al pozo”, y
confinados al Muro de Su Voluntad, Dios, en su momento y a su manera, verá bien
que nuestras ramas salten por encima del muro.” Estas son las ramas que llevan
fruto para otros. Otros comerán entonces del fruto y se gozarán en la
fortaleza, la vida y el gozo que trae a sus corazones. Quizás no lo sepan...
quizás nunca lo descubran... que es de la viña de José de la que están
comiendo, “afligieron sus pies con grillos, en cárcel fue puesta su alma... ”
Pero Dios sabe que fue Él quien hizo que el muro fuera construido, y que lo
hizo para encerrar al hombre José para Él mismo. Y Dios mismo había de
participar del agradable fruto de la
viña de José. El fruto dentro del muro era para Dios solamente. Dios se
deleitaba en el fruto del amor de José, en su paciencia, su longanimidad, su
fidelidad, su mansedumbre, su amabilidad, su bondad, su dominio propio. Por
causa de todas estas virtudes, que llenaron de gozo Su corazón, Él dijo, “Debo
compartir este fruto con otros... debo compartir este fruto con el pueblo de
Egipto... debo compartir este fruto con los hijos de Israel.”
¿Cómo puede el hombre mortal producir fruto que deleite el
corazón de Dios? Solo si ese fruto es de la Semilla que salió del corazón de
Dios mismo. Sólo si es una reproducción de la naturaleza y semejanza de Dios
mismo. Porque entonces no es la obra del hombre, sino el “fruto del Espíritu”.
EL hombre mortal es meramente el jardín, solo el polvo de la tierra, del que
Dios puede producir el “fruto según su especie.”
“Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que
juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y
buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien , que tú no llenaste,
y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste... ”
(Deut. 6:10-11)
Ciudades que no construimos; graneros que no llenamos;
cisternas que no cavamos; y viñas que no plantamos... porque es un LUGAR
PREPARADO PARA UN PUEBLO PREPARADO. Canaán es el reino del Espíritu y es aquí,
en las áreas desérticas de nuestras vidas, y en las vidas de los hombres, que
Dios traerá y manifestará este fruto. Dios no dará a nuestros enemigos ningún
crédito por haber construido las ciudades, llenado los graneros, abierto los
pozos o plantado las viñas. Y cuando los hombres digan, “es bueno que haya mal
en el mundo, de hecho Dios lo preparó así para Su gloria”, estarán de hecho
cosechando condenación sobre ellos mismos. Pablo si enseñó que Dios podía sacar
BUENO de lo MALO, y algunos lo han malinterpretado diciendo, “es bueno que haya
el mal para que Dios pueda ser glorificado.” Pero Pablo no se molestaría en
argumentar sobre el asunto. Simplemente contestó, “Su condenación es justa para los que dicen esas cosas” (Rom.
3:7-8). Es un perverso concepto de Dios que afirma que “Dios hizo el mal...
Dios creó al diablo tal y como es... porque lo necesitaba para cumplir Sus
propósitos”. Pablo rehúsa siquiera discutir sobre tal perversión de la Verdad.
Así, hay muchas áreas ahí fuera en el desierto de la vida,
que están preparadas y esperando que el pueblo de Dios las someta. Vamos a
descubrir, si seguimos en los caminos del Señor, que lo que el enemigo planeó y
sometió para su propio dominio y gloria, son áreas que van a ser conquistadas y
sometidas para Dios. Muchos hombres y mujeres que odiaron a Dios en extremo,
ahora Le van a amar con una gran pasión. La atadura que un día conocieron en su
servicio a Satanás, cesará; muchos que han sido cautivos y esclavos de Satanás,
serán igualmente cautivados y esclavizados a la voluntad de Dios. Sin embargo,
al participar de esta nueva clase de cautividad, cautividad a su Señor quien
los redimió, descubrirán la verdadera libertad, el verdadero descanso y el
verdadero gozo. Porque el que una vez los tuvo cautivos, es maestro en el
engaño, el asesinato y el odio; pero ahora, el que les ha liberado, es Maestro
en la Verdad, Fidelidad, Vida y Amor. ¿Podríamos concebir alguna forma de
libertad mayor que ser esclavos y cautivos del que es AMOR COMPLETO, VERDAD
COMPLETA Y VIDA COMPLETA? En vano vamos a descubrir algún tipo de liberación
verdadera llegando a CONOCERNOS a nosotros mismos, o explorando los recursos
secretos de nuestros propios talentos, de nuestra propia naturaleza del alma,
natural. Esta clase de investigación y exploración meramente incrementa esta
atadura. Si pretendemos explorar nuestros recursos escondidos, nuestra propia
deidad interna, pensando todo el tiempo que descubriremos la clave de la vida,
de la libertad y del poder, en realidad estaremos atándonos aún más al
“príncipe de las tinieblas”.
¿Quieres hallar la verdadera “clave” de la felicidad y de la
libertad? Solo hay un medio. Como el
siervo hebreo de antaño, que habiendo servido todo su tiempo en esclavitud, y siendo luego
liberado conforme a la ley de Dios, por causa de su amor por su amo, viene y le
perforan su oreja en un rito de compromiso con el que él ama, “Te amo tanto,
que quiero ser tu siervo para siempre.... Mi verdadera libertad y gozo están en
servirte...”
Canaán, Una vida
preparada
Mencionamos que Canaán era un lugar preparado para un pueblo
preparado. Precisamente, de esto iba el desierto: De preparar nuestros
corazones por medio de enredos, de probar aguas amargas, de conocer el hambre y
la sed en un lugar desértico y estéril, de purgar nuestros deseos.... hasta que
surjamos como el PUEBLO PREPARADO para este LUGAR PREPARADO.
Si Canaán habla de una Tierra en el Espíritu, que tiene que
ser conquistada para Dios, entonces, ¿cómo podemos esperar participar de ella
si nuestras propias vidas están gobernadas por el yo y la naturaleza carnal?
Primero tenemos que dejar que el Señor someta nuestro propio desierto, si vamos
a someter los corazones de los hombres y a derrocar a los principados y poderes
que les dominan, para traerlos a la libertad
de Cristo. Por esto, las armas de nuestra milicia no pueden ser de
ninguna manera terrenales y carnales. Por eso nuestras armas consisten de
virtudes como la Verdad sobre nuestros lomos, la Justicia como la coraza, la
preparación del Evangelio de la paz, como nuestro calzado. La fe es nuestro
escudo, la salvación nuestro yelmo, la Palabra de Dios como nuestra única arma
ofensiva, y la ORACIÓN—la oración continua—que hace que todas las demás armas
sean efectivas y poderosas. ¡Siete armas espirituales para vencer a siete
poderosas naciones de Canaán! Pablo nos dice que son todo lo que necesitamos;
dice que nuestras armas constituyen toda la “armadura completa”, un traje para
la batalla al que no le falta nada.
Muchos ministros admiten, “Si, necesitamos Verdad y Justicia
y todo eso”—Pero su pensamiento en realidad es, “Salgamos a la Batalla”.
Fracasan completamente en comprender que no hay nada que hacer en la Batalla
hasta que estas virtudes sean obradas en los corazones del pueblo de Dios.
Oímos mucho de la necesidad de “predicar el Evangelio” pero muy escasamente DE TENER CALZADOS LOS PIES CON
EL APRESTO DEL EVANGELIO. A menos que nuestros pies estén calzados con el
apresto del Evangelio de la paz no
habrá un Evangelio efectivo predicado a las naciones. ¡Que trucos se les han
ocurrido a los hombres de la iglesia para propagar el Evangelio de Jesucristo!
Drama, entretenimiento musical, grupos de baile, mimo, un mundo imaginario,
payasos, etc... Y el bendito Evangelio de nuestro Señor Jesucristo se ha
convertido en una triste mezcla corrompida. Pero hay un pueblo en la tierra que
se está poniendo el calzado del apresto de la paz, y que cuando sea enviado a
la tierra con el Evangelio eterno en sus labios, andarán por los caminos
preparados del Señor, trayendo liberación a los cautivos.
El caminar en el Espíritu es un caminar por una Vida
Preparada. Cuando sepamos esto, seremos liberados de cualquier responsabilidad
en cuanto al Camino por el que hemos de andar,
o la obra que tenemos que hacer. Tenemos que reconocer esto y no tratar
de involucrarnos en ninguna manera en nuestras propias estrategias y en
nuestros propios pensamientos. El profeta nos dice que nuestros pensamientos
están tan lejos de los pensamientos de Dios, como está la tierra por debajo de
los cielos. Pablo nos dice que la mente carnal es “enemistad contra Dios”, y
que “no se sujeta a la ley de Dios.” Nos dice que el hombre natural “no recibe
las cosas que son del Espíritu,” ya que son locura para él.
Si seguimos la Vida del Espíritu, estamos avanzando por un camino desconocido. Sí, algunos han pasado por ahí antes, pero sigue siendo un camino desconocido. Quiero decir, aunque leamos sobre este camino o sepamos mucho al respecto, tenemos que descubrirlo por nosotros mismos. Esto es lo que tenemos que descubrir en nuestro caminar del desierto. Es un camino que Dios prepara en los enredos de la vida. No podemos marcar para nosotros mismos un camino liso y fácil. Pero al aprender el camino de Dios en este reino, vamos a descubrir que Dios está queriendo guiarnos por su Espíritu para salir del viejo camino de la vida, y meternos a un camino nuevo preparado por el Espíritu. No está en el hombre es el conocer esto o el buscarlo.
“Senda que nunca la conoció ave,
ni ojo de buitre la vio, nunca la pisaron los animales fieros, ni el león pasó
por ella..”
“No conoce su valor el hombre, ni
se halla en la tierra de los vivientes. EL abismo dice: No está en mí: y el mar
dijo: Ni conmigo. No se dará por oro ni su precio será a peso de plata.”
“¿De donde pues, vendrá la
sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a
los ojos de todo viviente. Y a todo ave del cielo es oculta.”
“Entonces la veía
Él y la manifestaba. La preparó y la descubrió también...”
“Y dijo al hombre:
He aquí que el temor del Señor es la sabiduría y el apartarse del mal es la
inteligencia.” (lee Job 28:7-28)
Es un camino que Dios ha PREPARADO para aquellos que Le
temen... que LE temen lo suficiente para
tener miedo de andar por su propio Camino, o para hacer su propia obra.
Venimos a Dios completamente desvalidos, pecadores
desvalidos, y encontramos misericordia, y ÉL soberanamente nos guía a un reino
de Nueva Creación. Entonces parece que el pueblo de Dios es animado a andar por
su propio camino, y hacer lo mejor que pueda con la ayuda de Dios. Pero Pablo
nos exhorta a andar en la regla de la vida de la Nueva Creación (lee Gál.
6:15-16). Es la Regla de la Nube... la ley del Espíritu... una ley de Vida... y
por tanto, no está en el corazón del hombre el comprenderlo o entenderlo.
Este era el problema de Nicodemo. Era un hombre de gran
sabiduría y entendimiento en cuanto a este mundo, y en lo que concernía a la
“Iglesia” de su día. Era un maestro en Israel; pero Jesús le mostraría un
camino hacia una clase de vida completamente nueva.
”EL viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, más ni sabes de dónde viene,
ni a dónde va. Así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8)
El Cristianismo evangélico no tiene ningún problema con eso.
Sabemos que significa que el Espíritu se ha movido en nuestros corazones muy
soberanamente, no sabemos como... y nos ha dado a luz de nuevo mucho más allá
de nuestra capacidad de comprender. ¡PERO TENEMOS QUE ANDAR POR LA MISMA REGLA!
¡TENEMOS QUE VIVIR POR LA MISMA LEY DEL ESPÍRITU!
No sabemos el curso que el viento de Su Espíritu va a tomar.
No sabemos lo que Él ha planeado y diseñado. No sabemos a donde nos va a
llevar. Y esto nos hace sentir muy inseguros. Queremos una trayectoria
conocida. Pero es un camino que ni las aves conocen, y que el ojo del buitre no
ha visto. De esa forma, nos entregaríamos tan rápido a la tentación de diseñar
nuestra propia trayectoria, o más
probablemente aún, nos involucraríamos en algún tipo de estructura religiosa
que lo hiciera por nosotros. Tienen más experiencia, y por ello hallaríamos
seguridad bajo su dosel, bajo su cobertura, bajo su abrigo. Así, leemos su
historia, como comenzó el movimiento, e intentaremos y nos convenceremos a
nosotros mismos que los objetivos que ellos esperan alcanzar son válidos y
bíblicos. Pensamos que de esta forma, quizá podamos descubrir “de donde viene
el viento... y a donde va.” Esto puede que nos de un sentido de seguridad y de
protección.
Pero el hombre del camino del Espíritu no puede ser sujeto
con grilletes por medio de reglas o normas. Debe caminar en el Espíritu. Debe
encontrarse a sí mismo en el Viento del Espíritu... en el fluir del Río de
Dios. Al principio, como el Ezequiel de antaño, se introducirá con muchas dudas
en las aguas. Es un Río muy ancho, y debe pisar con cuidado. Un paso o dos...
Después se encuentra a sí mismo en el agua hasta los tobillos. La corriente es
cada vez más fuerte conforme se introduce, y el temor entra en su corazón.
Ahora el agua le llega a las rodillas... después hasta sus espaldas. Pero sigue
escuchando las palabras: “Sigue caminando... Sigue viniendo a Mí.. No tengas
temor...” De repente descubre que ya no puede tocar el fondo: son aguas para
nadar, y es arrastrado por la corriente.
¡Ha perdido el control! ¡Es arrastrado por la corriente en
el Río del Espíritu de Dios! ¡No sabe de dónde viene, ni a dónde va!
Pero al ser arrastrado por el fluir del Espíritu, comienza a
perder su temor. Descubre que es un Río de Paz, y que todos los temores han
sido quitados. Porque este río fluye del corazón de Dios y volverá al corazón
de Dios... y él regresará con ello. Ha descubierto que todas sus fuentes están
en Sión. Todavía no ha visto la Ciudad, solo por la fe, como el Abraham de
antaño, que la vio de lejos: una ciudad que tiene fundamentos, cuyo Arquitecto
y constructor es Dios. Pero aunque no la ve, sabe que el Río fluye de la Ciudad
y a la Ciudad.
Ezequiel perdió el apoyo al encontrar “aguas que habían crecido de manera que el río
no se podía pasar sino a nado”. Y así debe ser con el pueblo que entre
en el reino del Espíritu. Ya no podemos seguir calculando, planeando,
diseñando, preparando, ordenando, organizando, controlando....
¡Es el Camino del Espíritu!¡Es el Camino del Nuevo
Nacimiento! ¡Es el Camino del Viento! Oímos su “sonido” y eso es suficiente.
Conocemos la Voz, y la Voz es certera. Nunca hemos ido por este Camino antes, pero
Él sí... y quiere que nosotros caminemos por el Camino que Él ha preparado.
¿Puedo notar un cierto temor en los corazones cuando digo
que el hombre de Espíritu ha “perdido el control”? No dije que esté fuera de
control, o que no esté bajo control. En su lugar, el Espíritu de Dios está
ahora en control. ¿Ha de ser eso considerado peligroso? ¿O quizás te sentirías
más seguro si tu mente carnal pudiera seguir teniendo el control? ¿O si alguna
organización religiosa siguiera teniendo el control? ¿O si algún conocido
apóstol o profeta hubiera de tener el control?
Hay tanta gente en el mundo religioso que se siente cómoda y segura en los sistemas de los hombres, y que tiene miedo del Camino desconocido. Pero la gente que ha consagrado toda su forma de vida a Él, y al cuidado del Espíritu de nuestro Señor Jesús, conocerá el gozo, la paz y el descanso del Río de Dios, cuando los cielos y la tierra sean sacudidos y cuando los montes se disuelvan en las profundidades del mar:
“Por tanto no temeremos,
Aunque la tierra sea removida
Y se traspasen los montes al corazón del mar
Del río, sus corrientes alegran la Ciudad de Dios
El santuario de las moradas del Altísimo”
(Salmos 46:2-4)
No entendemos todas las implicaciones de esto. Pero sí
sabemos que cuando los cielos y la tierra sean sacudidos, y los montes se
traspasen al mar... sea por medio de los métodos de los hombres o por el fuego
de Dios... va a haber un pueblo que fluye con el Río de Dios, alegrando Su
Ciudad, “el santuario de las moradas del Altísimo”.
Hay un espíritu que controla el curso de este mundo. Es el
espíritu de Satanás, “el príncipe del poder del aire, el espíritu que ahora
opera (activa, potencia) en los hijos de desobediencia.” (Efesios 2:2). Ha tenido éxito en capturar totalmente a los
espíritus y almas y cuerpos de hombres
y mujeres, haciéndoles ser “esclavos del pecado” (Rom. 6:17). Piensan que son
LIBRES, pero no lo son. Son prisioneros del espíritu del mundo y de Satanás.
Están completamente bajo su control. Sólo la luz del Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo puede liberarlos.
Temamos esa clase de control; y habiendo sido librados de
ello, “permanezcamos libres en la libertad con la que Cristo nos hizo libres.”
Pero nunca temamos ser atrapados en el fluir de Su Río,
dador de vida, purificador, limpiador;
porque es el Río de Dios, el Río de la Verdad, el Río de la Libertad, el
Río del gozo, el Río de la Sabiduría, el Río del Conocimiento, el Río de Vida,
el Río del Amor que fluye incesantemente del corazón de Dios y ¡a través de la
Tierra de nuestra herencia! &
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